EPÍLOGO

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Cinco años después

Cierro la puerta de mi camioneta suavemente buscando no hacer ruido y la rodeo para abrir la del lado de Melody. Baja sonriendo mientras yo cuelgo los dos bolsos en mis hombros y me encamino detrás de ella. Mike abre la puerta ni bien se percata que hemos llegado y sale a alcanzarnos.

—Déjame ver a mi ahijada, déjame ser el primero que la cargue —pide en un tono de súplica que hace a Melody reír.

Arropa a Maliah antes de dársela y niega con la cabeza viéndolo llorar de la emoción.

—Es hermosa —suelta dándole un beso en la frente que hace que Maliah frunza el ceño sin despertarse—. La amo, es hermosa, voy a consentirla en todo lo que quiera y ustedes no van a prohibírmelo, se los advierto.

Escucho unos piecitos correr hacia mí y al voltear hacia la puerta veo a Ayla de brazos abiertos. Cuando llega a mí la alzo en brazos y dejo que me rodee con sus pequeños bracitos. Es impresionante lo mucho que se parece a Phebe, incluso hasta en la personalidad y, aunque apenas tiene cuatro años, estoy seguro de que cuando llegue el momento le hará sacar canas verdes a Phebe y Kilian.

Phebe se asoma en la puerta y al notar nuestra presencia camina hacia nosotros a paso acelerado. Nos abraza a Melody y a mí y luego su atención es robada por nuestra hija que con un grito anuncia que se ha despertado. Ella la carga en brazos, caminando hacia dentro de la casa en donde todos aguardan nuestra llegada, supongo que sin saber que ya estamos aquí.

La siguiente hora se convierte en puras felicitaciones y adultos peleándose entre ellos por quién será el tío favorito. Disponen la tarde entera a turnarse para cargarla e incluso después, cuando estamos cenando, se turnan para hamacarla a pesar de que no esté llorando ni quejándose.

—Es hora de dormir, Ayla —le dice Phebe y yo me pongo de pie.

—Yo la llevo —sonrío extendiendo la mano hacia Ayla que me devuelve la sonrisa y camina conmigo escaleras arriba.

La arropo en su cama, le cuento la misma historia de siempre y le doy el beso de buenas noches en la frente antes de pararme a encender su veladora.

—Padrino —gira en la cama cerrando los ojos—. ¿Maliah sabe jugar a las muñecas?

—No creo —niego con la cabeza sonriendo.

—Entonces tendré que enseñarle —suelta un bostezo volviendo a girar en su cama.

—Descansa, lala —le doy otro beso en la cabeza y salgo de la habitación.

Mientras bajo las escaleras detengo mi vista en los cuadros de fotos que guindan de la pared. Sonrío viendo la polaroid que nos tomamos en la boda de Abraham y Lena, porque sí, él arregló todos sus problema y ella volvió a perdonarlo, llevan cuatro años juntos y su relación augura a dos ancianos bebiendo vino junto a la playa. Phebe y Kilian se casaron en Las Vegas la misma noche en que ella le dijo que estaba embarazada. Giulia y Mike siguen juntos o tan juntos como la distancia se los permite; cuando ella acabó el secundario decidió que su sueño era estudiar moda en Paris y él hizo de todo para que ella pudiera cumplir su sueño.

Mi sonrisa se ensancha viendo las demás fotos como si fueran la primera vez. No nos alcanzarían las paredes de la casa para colgar fotos de cada recuerdo bonito que hemos construido a lo largo de estos años, pero sí nos alcanza la memoria y esos recuerdos van a permanecer ahí hasta que ya no existamos y seamos solo un cuerpo vacío.

Termino de bajar las escaleras y encuentro a mis amigos riendo en la sala. Maliah está en brazos de Mike que le susurra cosas en voz baja mientras pasa su mirada de uno en uno, por lo que supongo que está poniéndola al tanto de todo.

Me acerco, tomo mi copa de vino y sonrío antes de besar a Melody y decirle que la amo.

No importa si a ella no le gusta pensar en que la cosas duran eternamente, yo sé que este es nuestro felices para siempre.

FIN

Las canciones que quiero dedicarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora