24 | «No me dejes solo»

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Tiro de Melody hacia el medio de la pista sonriendo. He estado esperando a que este momento llegara desde que entramos a la fiesta, ansiaba tomarle la mano y perdernos en nuestro mundo, pero cada vez que volteaba a verla o ella a mí, estábamos ocupados. Empire Records organizó una fiesta por el lanzamiento del disco y, como era de esperarse, invitaron a cada revista de chisme, influencers y persona que esté dentro del mundo de la música. Los chicos y yo pasamos mitad de la noche sonriendo a gente que no conocíamos, fingiendo considerar cada propuesta que nos hicieron y saludando a socios de Empire de los cuales jamás habíamos oído hablar. Al final de todo ganó la foto en el lago, se convirtió en la portada del disco y del álbum y, de verdad, no puede verse más perfecta.

—Aquella mujer quería que le comparta mi rutina de limpieza facial —comenta Melody haciendo una mueca de asco—. No soy la persona indicada para darle consejos, apenas me lavo el rostro cuando me levanto.

La miro con los ojos entornados sabiendo que el baño de su casa está lleno de cremas, mascarillas y menjunjes iguales a los que llevó al hotel.

—No me mires así —sonríe como si pudiera leerme la mente—. Si me pongo algo es por diversión, no porque lo necesite.

Me encojo de hombros a la vez que miro al DJ asintiendo con la cabeza. Tuve que darle cien dólares para que accediera a poner esta canción justo en el momento en que nosotros entráramos a la pista.

Can I be him de James Arthur empieza a sonar a la vez que mi mano viaja a la cintura de Melody atrayéndola hacia mi cuerpo. Giramos una, dos, tres veces y luego permanecemos bailando en el medio de la pista, solos nosotros dos porque, a pesar de que hay mucha gente a nuestro alrededor, solo importamos ella y yo.

—Lo de las canciones del otro día me hicieron pensar en algo —suelto y ella se aparta un poco para verme con el ceño fruncido—. Esta es la canción que cruzó por mi cabeza cuando te conocí.

—¿Quién querías ser? —pregunta, haciendo referencia al título de la canción.

—Quería ser el chico del que estuvieras enamorada.

—Lo eres —me da un beso corto—. Eres la musa de todas las canciones que he escrito este mes entero.

—¿Yo? —alzo las cejas.

—No creas que solo escribí una canción —La hago girar y ella sonríe—. Hay muchas más y estoy seguras de que habrán muchas otras.

—Yo no sé escribir canciones, no es justo —suelto en un quejido.

—Sí sabes, pero no necesito que me escribas canciones para saber que me amas —me da otro beso—. Con que me mires así es suficiente, los ojos no pueden mentir.

Entonces, por el rabillo del ojo, capo una cabellera rubia bailando entre la gente y ella parece notarlo porque frunce el ceño.

—Parece que has visto un demonio, Harry, ¿qué pasa?

—Mi padre está bailando con su esposa.

—¿Cuál es? —ahora es ella la que me hace girar, pero gira conmigo dejándome de espaldas a donde está él—. ¿No quieres que te vea?

—No tenemos la mejor relación —balbuceo sin dejar de bailar.

Es una hermosa noche, la he pasado bien con mis amigos y estoy con la chica que amo. No puede aparecer aquí como si tuviera el derecho de hacerlo y cagarme la noche, no puede ser tan hijo de puta. Si al menos me quisiera un poco, aunque fuera una cantidad insignificante, y tuviera un poco de sentido común, no estaría aquí.

—No sé por qué vino... —admito—. Yo no lo invité.

Mi familia entera está en esta fiesta, desde la abuela Evelyn hasta el tío Gabriel, literalmente están todos. La familia entera se reunió por el lanzamiento del disco y si a él no le llegó una invitación es porque nadie lo quería presente. Poca vergüenza tiene en la cara para aparecer sin más, no importa si no ha venido por mí.

Las canciones que quiero dedicarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora