Capitulo 11.

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Narra Esmeralda

-te ves hermosa, que tal tu día hoy?-

-bien, casi todo el día en la universidad, entregando trabajos de final de semestre y recogiendo notas- intento sonar casual, como si dentro de mi estomago no estuvieran revoloteando no se que cosas.

-y que tal tus notas?-

-excelentes- contesto orgullosa.

Llegamos al restaurante y bajamos del carro, el camarero al ver a Allan enseguida se acerca, nos da la bienvenida y nos guía hasta donde esta nuestra mesa.

Una terraza con vista al mar. Es hermoso, solo se escucha las olas y la brisa esta cálida. En la terraza no hay nadie, solo nosotros.
Nos sentamos en los muebles y pedimos la comida.

-te traje un regalo- dice emocionado.

Su mano va al bolsillo del pantalón y luego me muestra su mano cerrada en un puño.

-es algo pequeño, pero apenas lo vi recordé tus ojos- abre su mano y en ella hay una cadena de oro blanco sencilla con un colgante en esmeralda en forma de ojo.

-dicen que aleja las malas energías- estamos sentados uno al lado del otro en un cómodo sofá, le doy mi espalda y alzo mi cabello para que él mismo me coloque su regalo.

-es hermoso gracias, no debiste molestarte con eso- es un regalo sencillo pero sé que es costoso.

Al rato llega la cena y comemos tranquilos.

-te gusto la comida? Pediré postre, que se te antoja?-

-esta deliciosa, pero no creo que pueda comer todo el postre- estoy llenísima, creo que no podré dormir en unas cuantas horas.
Ríe.

-no te preocupes, lo compartiremos-

Y así terminamos peleando por el ultimo pedacito de torta de chocolate.

-es mi pedazo- ambos tenemos los cubiertos pinchando el pobre pedacito de torta.

-no, es mi pedazo, tu dijiste que no podías comer todo el postre sola, has comido mas que yo- Allan no se da por vencido.

-bueno yo... Yo soy tu invitada así que es mio-

-que excusa tan mala, eso no se vale- él ríe por mi comentario.

-que es eso?- señalo con mi dedo detrás de él, Allan gira para ver y yo enseguida meto el pedacito de torta en mi boca.

-eso fue trampa, no juegas limpio, eres una tramposa- que hermoso se ve este hombre, que tierno.

No creo que a cualquier persona le muestre este Allan juguetón, divertido y despreocupado.

-tendrás que darme un beso para que perdone tu trampa- dice señalando su mejilla.

-no es justo, tienes que saber perder- obvio que quiero darle un beso, pero no seré tan obvia!

-y tu aprender a jugar limpio- me acusa.

-esta bien, tu ganas- no soy mucho de rogar.
O sea, quien en mi lugar no aprovecharía para darle un beso a este hombre?!

Me acerco a él, tomo su cara entre mis manos y le doy un beso en la mejilla. Huele tan delicioso, y su piel es suave bajo mis labios.

-así esta mejor, es mas si quieres hacer trampa siempre, hazlo; me gusta mas perder si seré recompensado así- dice con una enorme sonrisa y yo me sonrojo.

Después de bromear un rato mas, decidimos salir a caminar en la playa, pasa su saco encima de mis hombros para cubrirme de la cálida brisa de Haarlem, inspiro disimuladamente su perfume impregnado en la prenda, huele delicioso. Caminamos en un silencio cómodo, no se que tema abrir para mantener una conversación.

Ojos Esmeralda.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt