XXIII. Reconquistar y recordar

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Pasaron dos meses, y aquel objetivo que se había planteado Nagi no flaqueaba por nada del mundo. Se juntaban prácticamente a escondidas de los padres de Reo, pero se juntaban y ya. Esta ocasión no era diferente a las demás, o quizás sí. Era una tarde noche exquisita y fresca, ambos habían acordado ir a un mirador en donde se tenía una vista invaluable del sector en donde vivían. Estaban sentados en uno de los asientos. Nagi, que usaba un polerón que le quedaba holgado y unos jeans, le hablaba a Reo con soltura y confianza, era Reo después de todo. Y éste escuchaba sin más. Él usaba una camisa a cuadros estilo escocesa y unos jeans azulados. Así, compartían un grato momento en donde la paz y la cordialidad predominaban.

一Nagi 一dijo Reo a modo de llamar la atención de éste.

一Dime... 一dijo Nagi mirándolo con curiosidad.

一¿Cómo nos dimos nuestro primer beso?

Nagi calló.

Luego, miró hacia el suelo y sonrió.

一Frente a una cascada...

Era un día soleado en el cual podrían ocurrir distintos sucesos si es que se hacían bien las cosas. Nagi y Reo iban caminando por un sendero de la jungla, era empinado, pues iban a ir a una cascada, el camino no podía ser todo plano. Nagi se sentía en las nubes, ya que, Reo había tomado dicha iniciativa de explorar la isla, y lo primero que pensó fue en que quizás estaba a un paso de conseguir el perdón del pelimorado, pero ¿sería así en verdad?

Una vez que llegaron a la cascada, Reo habló.

Sé que me dolió un montón que me hayas cambiado así como así, Nagi. Y la verdad es que, en su momento estaba tan herido y tan molesto que pensé en que te iba a llegar a odiar.

Reo...

Sin embargo, era  incapaz de odiarte Reo lo observó a sus ojos y en éstos demostraba franqueza. Porque, porque eres mi tesoro, Nagi y siempre lo serás. Incondicionalmente.

Reo, si pudiera retroceder el tiempo, yo hubiese pensado mejor las cosas en ese momento. Pero el egoísmo y la codicia me cegaron Nagi miró hacia el suelo. Si sólo existiera algo que pudiese hacer para que me perdonaras...

Reo calló, después se sonrojó.

De hecho, hay algo que puedes hacer para que te perdone, Nagi.

Nagi lo observó con sorpresa. Acaso, ¿aún había esperanzas de volver a estar con Reo?

Dime, dime qué es ese algo dijo Nagi tomándolo de los hombros, con dejes de desesperación.

No pidas explicaciones, pero me gustaría que me besaras dijo Reo mirando hacia el suelo con timidez poco disimulada.

No hubo tiempo para pensarlo, no hubo momento para procesarlo. Ya que, de un momento a otro, Nagi apresó los labios de Reo y dicho tacto se sentía como tocar las estrellas, al menos eso creía Reo. Ese sublime toque, lo hacía sentirse maravillado, cerró sus ojos para profundizar el beso, pues quizás sería el primero y el último que se darían. Nagi, por su lado, lo besaba con timidez y con torpeza, pues era el primer beso que daba en su vida. Sin embargo, como vio que Reo reaccionó de forma activa al beso presumió que a él no le importaba eso y lo siguió besando con dulzura incontenida mientras profundizaba el beso cerrando sus ojos y tomando el cuello de Reo entre sus manos. Cuando el beso acabó, los dos se quedaron mirando con rubores y desviaron la mirada.

¿Y bien? dijo Nagi mientras atinaba a alejar sus manos del cuello de Reo, pero Reo tocó las manos de él para evitar que Nagi alejara sus manos. ¿Estoy perdonado?

Unas paradisíacas vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora