Aquella mañana, todo estaba en calma. Suave, cálido, relajado.

La alarma había sonado a las cinco de la mañana, lo que era habitual. El joven abrió los ojos de inmediato, intenso rojo, y estiró el brazo para apagarla rápido, no quería que el sonido despertara a su pareja. Pero fue tarde. Shoto gimoteó un ruego en su nuca al tiempo en que se pegaba más a su espalda, abrazándolo.

—Cinco minutos más.

Bakugou Katsuki exhaló y se dejó atrapar, fundir, en el calor del otro. Solo unos segundos.

—Tengo que entrenar —dijo despacio, tenía los ojos cerrados y no había vuelto a moverse, pero estaba decidido a levantarse, sin importar qué—. Además, tú tienes que ir a la agencia. —Shoto se quejó en sonidos graves y apretó más el abrazo—. ¿Te veré en clases?

—En el segundo período. Me toca patrullar esta mañana. —Hablaba en suspiros suaves, pegando los labios a la piel de Katsuki—. Pero todavía tengo un ratito más.

Shoto no podía verlo, pero Katsuki sonreía.

—Pues yo tengo que ir a entrenar. No puedo quedarme de holgazán si quiero llegar a ser el número uno.

Lo dijo serio y orgulloso, pero no se movió ni un ápice. Y Todoroki Shoto no tenía ganas de soltarlo tampoco.

—Se me ocurren muchos ejercicios que podemos hacer estando en la cama.

Ávido y osado en sus comentarios y sus movimientos, acarició el cuerpo del otro. Bakugou suspiró primero, echando la cabeza hacia atrás, Todoroki le siguió después. Los dos sabían que, si Todoroki insistía un poco más, se saldría con la suya.

—En serio tengo que irme —contestó Bakugou y se removió para indicarle que lo soltara.

Aún debajo de las frazadas, Todoroki reposó su cabeza en la espalda de Bakugou. Unos segundos. Luego se apartó, delicado, despacito.

—Solo un beso —pidió en un murmullo.

Bakugou se giró para verlo. Tenía el pelo, a la izquierda rojo y a la derecha blanco, revuelto y le daba la espalda a la ventana, haciendo que la escasa luz realzara su figura en un juego de sombras. Ojos cerrados, a la espera de un gesto que no recibió. Sonrojado y desarmado, Katsuki se sentó en la cama. Era imposible besarlo y no terminar revolcándose con él.

—Tengo que irme —repitió, recomponiéndose.

Todoroki se desinfló cual globo. Abrió los ojos, celeste y gris, aún somnoliento.

—Solo uno —instó sentándose junto a él.

Pero Bakugou estaba decidido a resistir. Se puso de pie y comenzó a vestirse para entrenar. Oyó a su novio quejarse y removerse en la cama. Le dieron ganas de saltarle encima, pero se contuvo. Ya tendrían tiempo para ello.

Con una toalla blanca en mano se acercó a la puerta de la habitación, pero la voz de Shoto le impidió irse.

—¿Y si esta es la última vez que podemos estar así de cerca?

No pudo más que congelarse durante un momento, de su mano emergieron chispas que no pudo retener, para después volver hasta él rodando los ojos, con los puños apretados intentando no activar su Don. No sabía qué quería lograr Shoto con esas palabras, podía imaginarlo, pero era injusto.

—¿Qué estupideces estás pensando, idiota? —le soltó de frente y con el cejo bien fruncido—. ¿Quieres que lo sea? —El chico de la heterocromía negó en un gesto rápido y sin dudas—. Entonces no lo será. ¿Me entiendes?

Shoto cerró los ojos y respiró profundo. Cuando volvió a abrirlos le tomó el rostro con ambas manos y lo acercó hasta que sus alientos se mezclaron.

—Solo dame un beso.

Bakugou también suspiró.

—Si empezamos, no voy a parar.

—Mejor.

Rio un poco y acercó más sus labios, para luego retroceder y volver a quedar otra vez en la misma distancia. Shoto bufó desilusionado.

—Te compensaré. Esta noche lo haremos tantas veces como quieras.

—Cinco.

El chico de Particularidad explosiva se rio en una sola nota.

—Pervertido, te quieres morir en orgasmos.

Con lo dicho se alejó, abrió la puerta de un tirón.

—Piensa en mí —le dijo Shoto antes de que se fuera.

Katsuki se dio vuelta y le enseñó la lengua de forma traviesa y atrevida. Ojos ardientes. Después el dedo medio y el portazo al cerrar. Shoto se quedó con las ganas, solo, en la cama.

No podía creer que su mundo se estuviera rompiendo frente a él sin que pudiera hacer algo al respecto. 


¡Gracias por leer el prólogo de esta historia!

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