XII

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Todoroki tragó grueso y se sentó junto al grupo de muchachas que no dejaba de mirarlo

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Todoroki tragó grueso y se sentó junto al grupo de muchachas que no dejaba de mirarlo. 

Los asientos V.I.P. eran mucho más mullidos y glamorosos que los del resto de la sala. Yaoyorozu se sentó del otro lado. ¿Habría sido más considerado dejarla del lado de las desconocidas? Las películas que había visto en las últimas semanas no le habían enseñado cómo actuar en aquella situación. Se había acostumbrado a que miraran y señalaran su cicatriz, pero generalmente las personas eran más discretas. Aquellas muchachas lo miraron con asombro y comenzaron a cuchichear de inmediato haciéndolo sentir muy incómodo.

Momo le sonrió, casi como si se disculpara y después miró al grupo de jovencitas. Todas y cada una le dedicaron una mirada de desprecio y Shoto, con las cejas alzadas, entendió que separarlas había sido la mejor opción.

La sala del cine de a poco se llenaba, tal vez habían llegado muy temprano, le daba ansiedad porque no tenía idea de qué hablar con Yaoyorozu mientras tanto y las muchachas no lo dejaban tranquilizarse con sus ruidos molestos. La función que esperaban era una comedia romántica basada en una novela de la cual Momo era fanática, ella había estado esperando la adaptación desde hacía mucho tiempo y estaba emocionada. Tenía las mejillas sonrosadas, pero la imagen no había conseguido golpear a Shoto de lleno en el corazón como la vez anterior, se preguntaba por qué.

Lo único que sabía de su situación era que, en cuanto las luces se apagaran, ocurriría algún accidente menor que le haría rozar la mano de su compañera y que así brotarían sentimientos, porque siempre sucedía, en todas las películas. Tenían las palomitas de maíz y el apoyabrazos en medio para cumplir con los clichés, nada podía salir mal. Si bien no había podido sentir nada además de nervios durante el trayecto hasta allí, estaba seguro de que durante la película lograría relajarse y disfrutar. Entonces volvería a sentir.

—¿¡Huh!? —El grito lo obligó a girar la cabeza—. Oigan mocosas de secundaria, ¡largo de mis asientos!

Una señora tenía los brazos en jarras y miraba al grupito de chicas que estaba incomodando a Todoroki con las cejas fruncidas a más no poder. Era delgada, pálida, con el cabello rubio corto y alborotado, una mirada furiosa que echaba chispas, los ojos eran rojos. Shoto parpadeó, porque le resultaba familiar y ese pensamiento le hacía florecer todo tipo de sensaciones, ¿estaría recuperando su memoria?

Las muchachas comenzaron a protestar, pero la mujer les contestó todos y cada uno de los comentarios con sarcasmo, burla y groserías. Y las desafió, "muéstrenme sus entradas a ver si eran estos sus asientos", con ese comentario las dejó tan desarmadas y avergonzadas que debieron marcharse (algo que, en alguna parte muy oculta de su cerebro, Shoto festejó). Triunfante, la mujer se sentó junto a Todoroki quitándose el bolso del hombro aparatosamente. Yaoyorozu, a su lado, se cubrió la cara y le murmuró "es idéntica", pero Shoto no comprendió a qué se refería.

—¡Ja! —Exclamó la adulta, como hablando sola—. Ni loca iba a dejar que esas chiquillas me robaran los asientos V.I.P. ¡Ellas ni habían nacido cuando salió el primer libro de esta saga!

Tabula rasaWhere stories live. Discover now