Prólogo

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Muchos dicen que en la vida solo importa lo material, que eso es lo más valioso que puedas tener, y muchos incluso deciden que incluso las personas, pueden ser tratadas como objetos. Otros simplemente deciden aceptar lo que tienen y ser felices, esas personas solo se sienten satisfechas con momentos que muchos dirían que son simples e innecesarios, yo opino que jugar a la pelota con tus hermanos mayores es una de las cosas más valiosas para mí.

- ¡Leah ten! – gritó mi hermano antes de patear la pelota en mi dirección y que yo patear al improvisado arco que tenemos, obviamente mi otro hermano fingió no atrapar la pelota, dejándome ganar.

Otra vez

- ¡Eso es! – gritó mi hermano de la portería antes de correr hacia mí y cargarme mientras reía divertida.

En aquel entonces era una niña de 5 años que tenía la tonta idea de que días como ese nunca terminarían

- ¡Niños! ¡A comer! – gritó nuestra madre saliendo de la casa con una bandeja con platos y fruta picada.

- ¡Fruta! – grité antes de ir a la mesa que teníamos en el jardín y mamá me dio mi plato al igual que a mis hermanos.

- Mamá ¿Tomi y yo podemos ir a la feria después de comer?

- No lo creo, su papá me dijo que saldría tarde del trabajo y yo tengo que hacer unos recados.

- Podemos ir solos.

- Está bien – dijo suspirando.

- ¡Yo también quiero!

- No Leah, tú vendrás conmigo.

- Pero mamá...

- No.

- Mamá, deja que venga con nosotros... la cuidaremos.

- Tomás...

- Ya lo hicimos antes, podemos hacerlo ahora.

- Jake...

- Por favor – dijimos los tres antes de verla con nuestros ojos tiernos.

- Argh... ya no vuelvo a dejarlos ver el Gato con Botas... está bien, pero vuelvan antes de que oscurezca.

- ¡Sí!

- Pero antes... ten esto – dijo mamá antes de quitarse su collar para ponérmelo – prométeme que nunca te lo quitarás.

- Lo prometo.

- Hoy será un gran día.

***

Definitivamente fue un gran día, gran parte de la tarde mis hermanos y yo nos subimos a cada juego que había en la feria, incluso nos habíamos tomado fotos en una cabina donde nos dieron dos copias, y mi hermano Tomi me dio un peluche con forma de conejo, por desgracia el día había llegado a su fin, pero sin que nosotros lo pensáramos, nuestro tiempo juntos también.

- Lee no te atrevas a soltar mi mano o juro por Dios que te mato – asentí aferrándome al peluche que traía mientras apretaba su mano.

- No seas así, Jay... solo tiene 5 años.

- Bueno... vámonos – dijo y empezamos a caminar entre toda la gente para ir al metro.

Solo que, en el transcurso, sentí que alguien golpeaba mi hombro logrando que soltara por accidente mi juguete, solo fue un minuto el que solté la mano de mi hermano Jake para recuperarlo, pero nunca imaginé que, a los dos segundos de recuperar mi peluche, alguien me cubriría la boca para luego cargarme y salir corriendo de la multitud de personas hasta una camioneta blindada.

No volví a ver a mi familia desde ese día, así como tampoco el mundo exterior, hasta que lo volví a ver y sentir... pero no en la Tierra

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