Una Vez Más [Intentos]

17. Familias Rotas

Me senté con Myles en las rocas con solo el sonido del mar de fondo. Le ofrecí la cerveza.

–Te jodieron bien duro, carajo.

–Y duele como no te haces una idea, cumpleañero.

Ambos brindamos y tomamos de la cerveza.

Los cumpleaños de Myles siempre habían sido muy tranquilos. No solía hacer algo grande debido a las carencias que tuvo de pequeño, pero cuando fue creciendo decidió que no lo necesitaba y rara vez informaba a alguien de su cumpleaños por lo que solíamos ser solo Britney y yo quienes lo acompañaban, además de su familia. Pero aún así nos hicimos la pequeña tradición de visitar la playa y pasar la tarde juntos hasta que viéramos el atardecer para finalmente ir a comer a dónde sea y al final comer un cupcake cada uno.

Britney seguía un poco enojada conmigo y Lucas y un poco con Myles por más que le asegure que la culpa recaía en mí. Solo me dijo que vendría más tarde y que llevaría unos cuantos bocadillos.

–Igual y debiste ejecutar tu plan de decirle de una en vez de hacerme caso– murmuró mi amigo antes de beber otro trago.

–De igual manera Daliah habría estado ahí– pronunciar su nombre hacía que se me revolviera el estómago y me diera una presión de culpa y dolor en el pecho–, y no solo era eso y lo sabes.– Hice una pausa–. Ella ya sabe o... Se hace una idea de lo que pasó con nuestros padres.

–Imagino que eso también se lo ocultaremos a tu hermana.

Su mirada color caramelo se centró en la playa. Ví a mi hermana caminar con una bolsa llena de mecatos hacia nuestra dirección. Dejé un espacio entre Myles y yo pero ella prefirió irse a su lado y evitarme.

No sabía si ambos habían hablado desde anoche, en la fiesta de Cassie. Me sentí como la tercera rueda, más porque sabía que ellos no habían estado jugando naipes en el baño.

–Feliz cumpleaños, pendejo– le dijo mi hermana dejando la bolsa en su regazo.

Pendejo.

No idiota, imbécil, hijo de puta, marica, mal parido, hijo de la...

Se entendió.

Al menos significa que no tenía problemas con Myles. Al menos no ese día.

Cerca de nosotros estaban al menos otras cinco cervezas sin abrir. Le ofrecí una a Britney en son de paz.

Aceptó, no sin antes degollarme con la mirada.

–¿Van a explicarlo?

Myles me miró.

Eso bastó para que entendiera que Britney no iba a conocer el apellido de Daliah.

Asentimos.