Una Vez Más [Intentos]

24. Nuestra Aventura

No soportaba verla así. Era... Doloroso, aún más que los golpes del imbécil de su hermano.

Intenté ignorar la sangre de la toalla con la que me limpiaba el rostro, no era una cantidad preocupante, pero... Apreté mis labios para no vomitar. Sabía que mi piel debía haberse vuelto verdosa, pero cada que miraba la sangre recordaba encontrar a mi papá vomitando en el baño y el rojo de su cuello. Es obvio que estaba vacunado y que me habían realizado exámenes de salud durante mi infancia y juventud, pero después de que él murió no pude conservar la misma calma ante la sangre que cuando era pequeño.

Ella sostuvo mi cabeza cuando vió que a mí se me dificultaba. Sólo el sabor metálico me mareaba.

-¿Estás bien?- Preguntó. Cerré los ojos y apoyé mi frente en su pecho.

-Odio la sangre- murmuré-. No... No soporto estar en contacto con ella.

Levantó un poco mi rostro y me arrepentí a haberme abierto con ella.

-Lo siento.

-No tienes porqué disculparte.

Preferí haberme quedado callado, por mi culpa se sentía peor de lo que ya estaba. No me arrepentía de golpear a Dante, pero de verla llorar... De eso no me perdonaría.

-Yo... Yo inicié todo.- Le dije-. Fue mi culpa, fui quien dió el primer golpe, no debí hacerlo.

-Pero Dante lo merecía. Sé que no escuché la mitad de lo que te dijo. Tus nudillos estaban blancos por evitar golpearlo desde antes y...- Sujetó mis hombros para evitar que sus manos dejaran de temblar.

Los de el hotel nos habían prestado el baño de un pequeño cuarto para que ella pudiera limpiarme junto con el kit de primeros auxilios que le dieron.

-Daliah, puedo limpiarme.- Intenté que mi voz funcionara para tranquilizarla-. Ve al cuarto y siéntate en la cama, acuéstate o sal.

-No quiero salir- sollozó.

Asumí que no quería ver a nadie después de lo sucedido.

-Entonces sólo acuéstate o siéntate. Relájate lo más que puedas, yo me limpiaré.

La ví dudar un poco pero accedió a salir. Miré al espejo de luces redondo sobre el lavamanos largo y rectangular de mármol negro. Mierda.

Casi me da la pálida al notar restos de sangre seca en mi nariz, mi labio un poco partido y el pómulo hinchado, pero agradecí que mi hermano había convencido a mis papás de meterme en boxeo. Tal vez si no me hubiera aburrido no habría terminado tan mal, de seguro y Lucas me lo recordaría cuando me viera.

Hice lo que pude, pero era obvio que mi mamá y mi hermana se irían para atrás al verme, de igual manera cuando salí del baño ví a Daliah cabizbaja mirando a sus manos temblorosas.

-Daliah- susurré. Ella dió un respingo y me miró con las mejillas humedas.

No me importó mi orgullo, me arrodillé frente a ella y limpie sus lágrimas.