Una Vez Más [Intentos]

26. Cuándo Nos Volvamos A Encontrar

Quiero aclarar que este es un capítulo muy especial para mí, últimamente hemos visto mucho sobre el entorno de Daliah, pero me encantaría mostrarles más de Marc. Pero me pareció casi imposible sin el montón de idiotas que hacen a Marc... Bueno, Marc.

Además, se supone que hay que darle protagonismo a ambos, gente. Los quiero, bye.

💦💧‿︵‿︵💧HACE UN AÑO💧︵‿︵‿💧💦

–Malparido. Sabes que me voy mañana y mira dónde me vienes a traer.

–No seas malagradecido, idiota– me dijo mi mejor amigo.

Tenía razón, pero si me llamaba idiota era porque no estaba molesto. Al menos no por mi culpa.

Después de diez años de conocerlo, había aprendido que entre más me insulte Myles más me quiere. Pero «idiota» era un insulto muy bajo, del tipo que parecía que tenía más ganas de enterarse vivo que de insultarme. Aunque mi insulto no había sido mejor, tampoco tenía muchas ganas de respirar, de todos modos.

–Dejen de hablar mierda– nos regañó Britney.

–¡Marc, Brit, Myles!– Nos gritó Noreen a unos metros cerca de la fogata.

Llevaba un top azul de tirantes diminuto y una falda de fiesta negra acompañada por sus botas del mismo color que llegaban a cubrir sus rodillas con la clásica coleta alta como la de Ariana Grande.

Shana, a su lado, sólo se había recogido el pelo en una coleta más sencilla y nos saludó con un gesto mientras llenaba el vaso de un par de chicos con no sé qué licor.

Tyler se nos acercó rodeando mis hombros y los de mi hermana después de ofrecerle un vaso de licor a Myles y a mi hermana.

–Espero y disfruten su despedida, porque costó tres meses de mi mesada.

–¿Acaso no hay bebida para mí?– Le pregunté.

–Lo dices como si tuvieras edad para esas cosas, Marquito.

–Dos meses, Tyler.– Mascullé recordándole nuestra diferencia de edad–. Dos meses.

–Dos meses de diferencia son billones de años luz, Marc. No es tan insignificante.

Puse los ojos en blanco, pero mi amargura se alejó al instante y esbocé una sonrisa. Carajo, sólo mis amigos lograban eso.

Miré a Myles a mi lado, su amargura también había desaparecido. No dude y lo añadí al abrazo rodeándole los hombros.