21. Fiesta Ajena

19 8 6
                                    

Para la dicha de Nick, Dante no se había presentado ni antes ni después de año nuevo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Para la dicha de Nick, Dante no se había presentado ni antes ni después de año nuevo. Yo había estado organizando unas cuantas cosas para el cumpleaños de Tiffany, el doce, así que no había tenido tiempo de hablar con ella o con Zara respecto a a quién había desbloqueado y apenas había hablado con él.

Lo cierto es que ninguno sabía qué decir, así que nuestra mayor "conversación" fueron unas preguntas respecto a unos compromisos pendientes en el grupo de nuestro grado y unos cuantos detalles de la planeación de nuestra ceremonia de graduación.

Apenas me creía que había llegado ese momento. Parecía que cada momento y aventura habían volado demasiado rápido. Era raro tener que despedirse de algo que te marca tanto como lo era una década entera rodeada de gente. Marca, para bien o para mal lo hace.

Angelina, la madre de Tiffany, me había llamado para que la ayudara con invitados y la fiesta, por lo que estaba eligiendo algunas cosas que sabía que le encantarían a mi amiga mientras Zara la entretenía. Zara nunca fue del agrado de los padres de Tiffany, más que nada porque no nació en cuna de oro.

Yo era la única amiga de Tiffany a quienes sí aceptaban, ya que no se habían molestado en conocer a alguien más que Zara o a mí. Siempre habían estado demasiado ocupados para eso.

–Dante. Dylan– los llamé.

Él había sido el único que tuvo la tarde libre ese día, y por eso mi chófer, gracias a qué papá y Nick habían acaparado a Sebastián y según ellos era la única capaz de que esos dos se comportaran.

–¿Qué?– Preguntaron con voz de cansancio.

–¿Cuál crees que se ve mejor?– Le mostré ambos colores.

–Es lo mismo– dijo Dylan.

–No, este es color crema y este es color beish.

–Para mí se ven iguales– comentó el castaño.

–Entonces eres daltónico.

Puso los ojos en blanco por milésima vez en una hora.

–Esto debería hacerlo su madre. ¿No crees?

–Está ocupada.

–¿Para su hija? Qué deprimente. ¿Y su padre?

–Tambien– murmuré.

–Esa chica está más sola que yo. ¿No tiene a nadie?

–Nos tiene a Zara y a mí.

–Eso no es mucho. Y dudo que sea suficiente.

Me negué a seguir con la conversación a pesar de estar de acuerdo. Dante no era nadie para discutir sobre eso.

–Daliah, llevamos cuatro horas y media en el centro comercial– me recordó Dylan–. Y no hemos almorzado.

Una Vez Más [Intentos]Where stories live. Discover now