1. 1918. OCÉANO ATLÁNTICO, NORESTE DE BRASIL

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-Hola William! Dichosos los ojos! ¿A qué se debe la suerte de verte en cubierta? - preguntaba Georges muy serio con una sonrisa velada que no alcanzaba para suavizar sus facciones. Albert caminaba hacia él, vestido muy casualmente aunque siempre elegante, con un fino pantalón de lino crema, camisa blanca de mangas holgadas, sus lentes de sol y su lacio y rubio cabello ondeando al viento en la cubierta de primera clase del barco que los conducía de New York a Sao Paulo.

Llevaban ya casi veinte días en el barco y aún faltaban un par de paradas antes de llegar a destino. Atrás, muy atrás, habían dejado los cielos fríos y las nubes de tormenta. Los vientos y el mar se habían teñido de todos los colores del arcoiris al llegar al Caribe y ahora que estaban tan cerca del Ecuador, predominaba una luz cegadora de un sol de justicia y el calor abrasador humedecido por el vapor de agua proveniente de la selva amazónica.

- Pues... Candy tiene hambre. - Dijo con una sonrisa que Georges entendió a la perfección. Voy al restaurante a preguntar si tienen algo ya preparado.

- ¿A esta hora?- miró sorprendido su fino reloj de pulsera que marcaba las 11:00 de la mañana. - Muy tarde para desayuno, muy temprano para almuerzo... - Albert sólo se encogió se hombros en un gesto de resignación que no evitó su sonrojo. - !Claro!, ayer no almorzaron, ni cenaron y hoy tampoco desayunaron... !Si que están haciendo su mejor esfuerzo para encargar al heredero! ¿No es así?

Albert soltó una carcajada muy espontánea

- !Ya me contarás cuando te toque amigo mío, ya me contarás!

- No William. Ese barco ya zarpó para mí. - Aseguró Georges con rotundidad y negando con la cabeza para ser más enfático.

Albert palmeó su espalda y buscó sus ojos para decirle:

- !Vamos amigo! No te cierres a las oportunidades que la vida pueda presentarte. Estás joven, la vida da muchas vueltas

- No William, hay ciertas ilusiones que ya pasan de largo para un viejo corazón como el mío.

-¿Viejo? !Tienes 43 años Georges, por favor! Y estás en excelente forma física... y mental. ¡Se es tan viejo como quieras sentirte!. Solo te digo que dejes el pasado en el pasado y aproveches lo que el futuro pueda traerte.

Georges rodó los ojos al cielo antes de volver a posarlos en la línea costera que ya se distinguía en el horizonte. Y dijo al viento como en un susurro:

- En 3 meses será el 23 aniversario de su muerte.

- Así es. Yo también lo tengo presente - Dijo Albert colocando sus manos sobre la barandilla de cubierta y viendo también la costa al frente de él. Y así, hablando al mar continuó: - ella te quería amigo. No le gustaría saber que cerraste tu corazón a la vida, a la ilusión, al amor.

Quedaron un rato en un silencio profundo y casi religioso, viendo la hermosa costa y la ciudad que se desplegaba ante sus ojos. Albert rompió el silencio:

- ¿Sabes? Todo lo que hemos superado estos meses Candy y yo me ha hecho amarla más, si eso fuera posible. Y agradecer cada día que la tengo a mi lado. ¿Quién diría que aquella niña llorona que conocí en la Colina de Pony se convertiría en mi esposa? Si alguien me hubiese advertido de todo el dolor que ella y yo debíamos pasar para llegar acá.... quizá hubiese renunciado siquiera a intentarlo.

-¿De qué me estás hablando William? - Preguntó Georges francamente sorprendido

- En que una cosa es lo que uno pueda pensar con la cabeza y otra muy diferente lo que se está dispuesto a hacer cuando el amor llega a tu puerta. Puede ser que lo esperes de una manera particular, pero a lo mejor, la vida, Dios o el destino, tienen otros planes. Y que si los supiésemos antes de que ocurran, seguramente huiríamos de ellos, porque pueden ser muy locos o muy absurdos. Creo que la vida no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos para ser felices. Por eso amigo, hay que estar dispuesto a tomar y agradecer lo que la vida te da.

- !Qué filosófico te estás poniendo William!... seguramente ahora que respiras aire puro fuera de tu camarote el cerebro volvió a oxigenarse y a funcionar.....

- Ja... ja.... - se burló Albert - Mejor, escucha mi propuesta: ¿Ves esa hermosa ciudad? - Georges asintió con la cabeza - Es Salvador de Bahía. El barco atracará allí un día. Podemos bajar a visitarla. ¿Qué te parece? He oído que es muy interesante, colorida y con una maravillosa herencia cultural africana. !Vamos!

- ¿No me dejarás en paz hasta que acepte, verdad?

- !Claro que no! !Venga Georges! !Acompáñanos a conocerla! Cuando lleguemos a Sao Paulo estaremos totalmente concentrados en los negocios y ya no tendremos tiempo de hacer turismo. !Aprovechemos!

Georges soltó un largo y profundo suspiro de resignación antes de decir:

- !Bien! !Iremos!. Por el momento, te acompaño al restaurante, a ver si consigues algo de comer para la Señora Candy. Necesitan carne roja y mucha, mucha, agua.  

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoWhere stories live. Discover now