5. A la Luz de la Luna

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Georges salió del restaurante con Carminha de su brazo, henchido el pecho de felicidad y orgullo de llevar a esa mujer a su lado. Ella había enviado a Xandé por delante, para tener un tiempo a solas con aquel guapo caballero. Se sentía bien con él: protegida, importante, tomada en cuenta, admirada. Le gustaba, sí, y mucho: alto, atlético, elegante con aquellos ojos oscuros y tan transparentes al mismo tiempo. Siempre de negro y con un dejo de tristeza en la mirada, peo eso no restaba su trato cortés: todo un caballero.

- Gracias por la cena Georges. Todo estuvo realmente especial. Me gustó mucho conocer a tus amigos. Se nota que te tienen mucho cariño.

- Y yo a ellos Carminha. Ellos son mi familia más cercana.

- Es William a quien quieres como a un hijo? - George la miró sorprendido. - Ayer mencionaste algo así.

- !Es cierto! - dijo él recordando y complacido con ella también lo hiciera. - Si, es él.

- ¿Desde cuándo lo conoces?

- Desde que nació. Yo tenía 12 años y desde entonces he sido su guardián, preceptor, amigo, hermano y padre, ya que su padre murió cuando él tenía 8 años y lo dejó a mi cargo.

Ella lo miró con una clara expresión de duda y curiosidad. El sólo añadió: Esa es una larga historia que quizá tenga tiempo de contar más adelante. - Cambiando drásticamente de tono y de tema, añadió: - ¿Qué pasa con Xandé? ¿por qué debes protegerlo?

Ella bajó la mirada y una expresión de preocupación y miedo cruzó su rostro.

- Su padre lo está buscando. Esa pelea de la que hablé, no fue con un compañero. Fue con uno de los hombres que envió para llevárselo a Salvador. !Quiso secuestrarlo! No sé por qué ni para qué. Luego intentó acercarse para hablar con él. Fue entonces que lo saqué de la escuela para llevarlo siempre conmigo. No quiero que lo encuentre - Al verla tan alterada, Georges detuvo sus pasos y muy delicadamente levantó su rostro con su dedo índice, para verla a los ojos y preguntarle con toda seriedad:

- ¿Le temes? - Ella asintió lentamente con la cabeza - ¿Por qué? - Ella soltó su brazo y se acercó a la barandilla de cubierta, para hablarle viendo al mar y que él no viera las lágrimas de terror que se escapaban de sus ojos:

- Es el jefe de una pandilla importante en Salvador. Es Irlandés y tiene muchos contactos en Río. Creció en las calles de Salvador, donde lo conocí. En aquellos días no era más que un chico intentando sobrevivir. Un chico bueno y muy inteligente. Yo también era muy, muy joven y me enamoré tontamente de él. Cuando le dije que estaba embarazada se fue, nunca más volví a verlo. Yo tenía dieciséis años, el dieciocho. Nunca quiso saber nada de su hijo, mucho menos apoyar económicamente. Nunca le interesó si Xandé estaba vivo o muerto, si tenía zapatos o cuadernos. Ahora lo busca... y no sé para qué, pero nada bueno puede venir de ese hombre. Se ha convertido en un ser despiadado, sin escrúpulos. Se ha convertido en el rey de la ilegalidad en Salvador. Todo el crimen y negocios sucios de la ciudad pasan por él. Tengo miedo que se lleve a mi hijo de mi lado, que lo ponga en mi contra y lo inicie en ese camino de violencia del que no hay regreso. - Las últimas palabras las dijo con la voz quebrada. Georges, profundamente conmovido, posó su gran mano sobre la de ella y la apretó en un gesto incondicional de solidaridad. Con voz suave pero firme le dijo, también viendo al mar:

- No estás sola, si me permites ayudarte. Cuentas conmigo para lo que quieras. Cuando quieras... - No pudo terminar la frase porque ella lo abrazó en un gesto desesperado y espontáneo. No sabía cómo, pero ese hombre que acababa de conocer le inspiraba mucha confianza. Sentía con él una conexión rara, profunda, a pesar de que no sabía nada de él. Georges correspondió al abrazo, sintiendo su dulce olor a vainilla. Con su mejía sobre su pecho, ella alcanzó a escuchar los latidos acelerados de aquel usualmente sereno corazón y se sintió en paz. De pronto cayó en lo impropio de aquella demostración de afecto a un hombre que tenía un día de conocer y poco a poco se separó de él:

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoWhere stories live. Discover now