7. Río de Janeiro

3 1 0
                                    

El barco atracó esa tarde en Río de Janeiro

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.

El barco atracó esa tarde en Río de Janeiro. Georges se ofreció para llevar a Carminha y Xandé a su casa, mientras Candy y Albert buscaban hospedaje en alguno de los hermosos hoteles que por aquel entonces empezaban a poblar la playa de Copacabana.

Al llegar frente a su casa, en el barrio de Flamengo, un barrio de clase media de Río, Xandé se apresuró a salir del auto y saludar a un grupo de cinco o seis jóvenes que lo recibieron chocando las manos.

Mientras tanto, aún en el auto, Georges tomaba la mano de Carminha para despedirse con un beso en su dorso, preguntándole:

- ¿Puedo venir por tí mañana? William me dio 15 días de vacaciones, así que estoy en tus manos - dijo sorprendiéndose a sí mismo de todas las dimensiones en que sus palabras eran verdad.

Ella sonrió. Estaba decidida a aprovechar el regalo que le trajo el mar, aunque fuese un sueño efímero.

- Ven por mí al salón. Queda muy cerca de la playa de Copacabana, donde seguramente se hospedarán. Te espero a las 9:00. Así me da tiempo a encargarme de algunos pendientes. - Le extendió una tarjeta de presentación que él recibió sorprendido - ¿Tanto te extraña que tenga una tarjeta comercial?

- Quizá sí... - dijo sincero - jamás una dama me había dado una tarjeta de presentación comercial

-Pues siempre hay una primera vez para todo - dijo ella coqueta, preparándose para bajar del auto. Él como todo un caballero se bajó primero para abrir su puerta.

- Te estaré esperando - besando su mejía, peligrosamente cerca de sus labios y dejando su cuello muy cerca de él, incluso sintiendo su respiración que empezaba a agitarse. Era obvio que ella estaba jugando con fuego, despertando tantos sentimientos en el pecho de aquel hombre y a él le gustó ese juego.

Ella se alejó del auto, cruzando la calle, con aquel contoneo de caderas que lo volvían loco. Se acercó

al grupo de hombre jóvenes que la recibieron con abrazos y besos y que le hicieron a Georges gestos

amistosos de despedida. Y así, con la mano en alto, sintiéndose un poco tonto, Georges subió al auto y se fue.

Al día siguiente, Candy salió corriendo de su habitación, vistiendo un muy veraniego vestido rosa y un

gran sombrero para alcanzar a Georges en el vestíbulo del hotel.

- Señora Candy, muy buenos días. - La saludó con una gran sonrisa que poco a poco dejaba de ser una expresión rara en su rostro. - ¿Nos acompañará hoy? ¿Y William?

-- !Solo Candy, Georges! !Por favor! Y sí, voy con ustedes. No me perdería para nada este paseo. William se quedará trabajando hoy, pero nosotros podemos salir a divertirnos.

- !Nada de eso! !Si William trabaja, yo también!. Iré a ver si necesita algo.

- !Por supuesto que no! William trabajará solo hoy. Ya luego se nos une. Y tú estás de vacaciones. Así que vamos! Llévame al salón de Carminha, que muero por conocerlo.

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora