4. En Primera Clase

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A las 7:00 de la noche Georges estaba puntual en el mismo sitio en que había hablado con Carminha

por la tarde. Se quedó sin respiración al verla y no lo notó hasta que ella sonrió devolviéndole la vida. Llevaba un muy sencillo vestido blanco entallado que resaltaba su cintura con una cinta azul marino. Su generoso pecho no podía ocultarse tras un discreto escote en forma de corazón adornado de encaje. La falda larga con pequeñas flores celestes que se acumulaban hacia el ruedo, caía suelta sobre aquellas hermosas caderas donde él volvió a sentir el anhelo de morir. Un collar de perlas y aretes a juego resaltaban sobre su piel de chocolate con leche, reflejando su luminosidad y tersura. Su pelo recogido en un tocado sencillo y muy elegante dejaba caer algunos rizos sueltos que caían sobre sus hombros. Y aquella sonrisa... y aquellos ojos.... que iluminaban toda la noche como el fulgor de las estrellas.

- Hola Georges - lo saludó con su dulce voz, extendiéndole la mano que él tomó delicadamente para besarla. - No llegamos tarde, ¿verdad?

- !Claro que no! Justo en el momento preciso - respondió, dándose cuenta de cómo aquella verdad se extendía a su vida. Y ofreciéndole su brazo subió con ella las escaleras hacia el restaurante de primera clase, con Xandé vestido con un bonito traje azul marino caminando detrás de ellos haciéndoles burlas.

George entró muy orgulloso con Carminha del brazo, sabiendo que todas las miradas se posarían en ellos desde el momento en que cruzaran el umbral. No era bien visto que una mujer de color de segunda clase se mezclara con los "señores" blancos de primera clase. Cuando percibió que ella daba un paso atrás al sentir sobre ellos todas las miradas, Georges apretó su mano que se tensaba en su brazo y le dedicó una mirada dulce y una sonrisa radiante que le devolvieron a ella la seguridad que la caracterizaba, pero que en ese momento se había desvanecido bajo los prejuicios sociales.

Con mucho aplomo, Georges la condujo a la mesa donde ya Albert y Candy se habían levantado y los

recibían calurosamente.

- William, Candy, ella es Carminha Oliveira y su hijo Xandé. Carminha, él es mi socio y amigo William Ardley y su esposa Candice. - William alcanzó a besar su mano antes que Candy la robara tomándola del brazo y diciéndole a Georges con una mirada burlona:

- Espero que también me consideres tu amiga Georges, porque además de ser mi caballero blanco te considero mi amigo - Y dirigiéndose a la recién llegada dijo: - Un gran gusto conocerte. Y acercándose a su oido mientras la abraza, murmuró: - Seguro eres tan hermosa por dentro como por fuera para haber cautivado a Georges. - e ignorando la turbación de la mujer se dirigió al chico diciéndole: - !Pero qué guapo eres! Un gusto conocerte Xandé. Vengan, vamos a sentarnos.

- Muchas gracias Candy y Albert, por recibirnos en su mesa. - Dijo ella con exquisita educación.

- Gracias a tí por venir. Es un gran gusto conocer a los nuevos amigos de Georges - Dijo Albert - con lo circunspecto que es, es toda una novedad que haya hablado con otra persona que no seamos nosotros.

- Por lo que Georges me dijo de ustedes, creí que eran mayores.

- Bueno, Albert sí es muy, muy mayor - Bromeó Candy con una gran sonrisa - Es todo un tío abuelo William - dijo guiñándole un ojo

- Tú eres muy joven y muy bonita.

- !Gracias! Tú también. - Carminha sonrió:

- No, no soy tan joven. Tengo 32 años años. - Por la sonrisa de Georges, Candy supo que había tomado nota.

- !Casi como yo! - se admiró Albert - Tengo 31

- Entonces no eres muy, muy viejo como dice Candy - Rió ella expontánea. - Él volvió a ver a Candy, con aire de triunfo.

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoWhere stories live. Discover now