3. De Camino a Río

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- !Georges! Al fin te encontramos! - Lo llamó Albert acercándose a él casi arrastrando a Candy a quien no soltaba de la mano.

- !Albert! !Mas despacio! Un paso tuyo son tres míos, recuerda!

- !Cierto!, lo siento Pequeña - Dijo disculpándose con una sonrisa y aminorando el paso. - Es que estaba muy preocupado por tí Georges! ¿Qué te hiciste? ¿Qué te pasó? ¿Lograste atrapar al muchacho?

- No, pero casi lo tengo. - Respondió Georges enigmático, viéndolos con una sonrisa que de pronto se borró al distinguir en la cubierta de segunda clase a los pasajeros que llevaba horas buscando. - Permiso - se apresuró a decir palmeando la espalda a Albert y dejándolo con la palabra en la boca al salir apresuradamente.

- Pero... ¿Qué le pasa? ¿Qué fue lo que vio? - preguntó Albert consternado. Candy esbozó una pícara sonrisa al distinguir en el piso de abajo a Georges y sus motivos.

- No te preocupes amor, todo estará bien - Le dijo abrazándolo por la cintura mientras le indicaba con un gesto de la cabeza hacia donde mirar. Albert sonrió con gusto.

En la cubierta de segunda clase, a toda prisa, Georges saltaba entre personas, equipaje y mascotas, para alcanzar a Carminha, quien se dirigía a la baranda para ver alejarse la ciudad, mientras abrazaba al chico de la cartera.

- !Señorita Oliveira! - Dijo Georges disimulando un poco que se había quedado sin aliento al correr escaleras abajo y por toda la cubierta. - !Que gran gusto encontrarnos otra vez! !Qué feliz casualidad!

Al escuchar esas palabras el chico rodó los ojos en un gesto de exasperación, dejando claro que él no creía que fuese una casualidad.

- !Señor Villers! !Me alegra volver a coincidir con usted! - Sus ojos se engancharon en aquellos dulces ojos negros que no podían dejar de mirarla. De pronto, un jalón en su blusa la hizo reaccionar. Con una sonrisa nerviosa continuó - Le presento a mi hijo Xandé. Venimos de visita con mi madre, pero justo hoy regresamos a Río.

- Es un gusto Xandé - Dijo Georges muy cortésmente mientras le extendía la mano. El muchacho correspondió el saludo, aunque con un poco de fastidio.

- Usted discúlpelo Señor Villers. Está de mal humor, porque nunca quiere irse de acá. Las tías y los abuelos lo consienten mucho y claro, yo siempre soy la mala.

- Es el papel que le toca a los padres . - Dijo Georges con una inusual sonrisa

- ¿Usted tiene hijos señor Villers? - preguntó tratando de oirse casual.

- No propios, pero sí hay personas a las que les tengo un cariño similar. - Respondió sinceramente Georges.

- !Mama! - chilló el muchacho exasperado en portugués - Déjame ir a pasear por cubierta. No me interesan tus aburridas charlas.

- Ve. Pero te quiero en el comedor a las 7 de la noche. - Le respondió en portugués con un gesto serio. - !Y no te metas en problemas! - El chico asintió con la cabeza y salió corriendo veloz, antes de que su madre cambiara de opinión.

- Es difícil criar a un adolescente - continuó Georges la charla - Pero veo que usted es estricta y está haciendo un buen trabajo. Supongo que el padre lo disciplina también.

- Xandé no tiene padre - se apresuró a decir Carminha - Gracias a Dios salió de nuestras vidas en cuanto supo que estaba embarazada. A Xandé lo he criado yo y mi familia. Ha sido difícil, pero es un buen chico.

Georges no pudo más que sonreír de alivio (para sí mismo) y de ternura (hacia Carminha), asintiendo con la cabeza. Viendo Salvador de Bahía que se quedaba atrás entre los colores del celaje en el horizonte, dijo sin verla:

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoWhere stories live. Discover now