15. Enfrentamiento en el Pelourinho

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Tan absortos estaban en su tarea de acariciar su lenguas y sentir sus latidos, que se sobresaltaron mucho cuando oyeron que alguien decía a gritos:

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Tan absortos estaban en su tarea de acariciar su lenguas y sentir sus latidos, que se sobresaltaron mucho cuando oyeron que alguien decía a gritos:

- !Bueno Carminha! !Al fin te encuentro! ¿Pero que son esos espectáculos que das ahora en la calle? ¿No te da vergüenza que te miren ahora con ese vejete después de haber sido MI mujer? !Si que caíste bajo!, pero para que veas que no te guardo rencor... ¿No me presentarás a tu nuevo maridito?

George le daba a él la espalda. Carminha lo miraba de frente, por sobre el hombro de Georges. Ella alcanzó a murmurarle al oído:

-Ese es Pat. !Por favor mantén la calma! Déjame a mí.

- !No! - Le dijo él con la mirada más seria y autoritaria que ella le había visto jamás. - !No! ¡esto es entre él y yo!

Ninguno de los dos se dió cuenta que Caridad y Gutta habían corrido la voz y en menos de 3 minutos ya todo el Pelourinho sabía del enfrentamiento callejero. Al enterarse Albert y Candy se separaron con un beso y una mirada de mutuo entendimiento para no meterse en problemas. Albert corrió hacia donde estaba Georges y Candy fue con Gutta a avisar a más personas. Cuando Albert llegó a la pequeña placita donde ocurria el altercado, sintió como una gran mano oscura lo tomaba del brazo y lo frenaba en seco. Se volvió dispuesto a gritarle su enojo y soltarse a golpes, si era necesario de aquel agarre. Se encontró con los grandes ojos oscuros de Joao que muy seriamente negaba con la cabeza y le indicaba acompañarlo por otra calle. No sólo Joao estaba allí. Edó, Xandé y otros varios primos y amigos varones se quedaron parados en la desembocadura de la calle, dando espacio para que George solucionara, pero lo suficientemente cerca para apoyar si lo necesitaba.

Con sus brazos, Georges colocó a Carminha detrás de él y se volvió lentamente para quedar cara a cara con Pat. Se trataba de un hombre de complexión delgada, casi tan alto como él, muy blanco, pelirrojo y de ojos verdes. ¡Era increíble lo mucho que Xandé se parecía a él! De su madre sólo había obtenido un tono más oscuro en la piel y el pelo rizado, aunque éste con fuertes reflejos rojos en las puntas. Quizá Pat no se miraba tan intimidante en sí mismo, pero los veinte o veinticinco hombres que estaban parados a cierta distancia detrás de él, sí.

- Patrick O'Connor - empezó Georges a decir en Inglés - Arreglemos esto entre tú y yo. No hay necesidad de hacer más grande el problema.

- !A mi me hablas en portugués, Franchute! Yo soy brasileño y todo lo que ves aquí me pertenece. !Este barrio es mío! Y todo lo que hay en él; incluidos esta mujer y mi hijo.

- Te lo digo en el idioma que quieras, con tal que me entiendas - Dijo Georges hablando en perfecto portugués: Esta es MI mujer, lleva a MI hijo y este no es tu barrio. Es de toda esta buena gente que ya está muy harta de tus abusos. - Ese era el momento que Joao y Edó estaban esperando. Con una actitud muy desafiante se colocaron detrás de Georges y Carminha, junto con todos los demás hombres con caras muy serias.

- Este es NUESTRO barrio, Pat, - le gritó Edó, muy alto, para que todos escucharan - !Y ya no te tenemos miedo! Carminha y Xandé no están solos y estamos ya muy cansados de tí y de tus malandros.

- ¿Y qué harán? ¿Echarme? - Les devolvió el grito doblándose hacia atrás con las manos en la cintura y una ruidosa carcajada.

- Sí, eso mismo. Al menor acto ilegal que denunciemos, la policía ya está al corriente: te meten en el primer barco con destino a Irlanda, deportado. Porque sí, podrás ser muy brasileño, pero también eres Irlandés y como dice Edó, ya todos estamos muy cansados de tí por acá. Así que déjame decirte lo que harás: - y acercándose a él lo señalaba muy agresivamente con su dedo índice en el pecho - darás la media vuelta, te llevas a tus criminales al hoyo de ratas de donde salieron y se quedarán allí los próximos 100 años. !Dejarás en paz a Carminha, a Xandé y al barrio!

- ¿!Y tú quien te crees para venir a mi casa, a quitarme a mi mujer, a mi hijo y amenazarme de esa forma tan tonta?¡

- Yo no amenazo Pat. Yo sólo te estoy diciendo lo que pasará si tan siquiera piensas en volver a acercarte a Carminha o a Xandé o amenazas a alguien acá. Yo que tú no me metería conmigo, porque tengo todos los medios, escúchame bien, !TODOS los medios! Para hundirte en la más asquerosa prisión de Irlanda si te vuelves a acercar a mi familia. Si no me crees, tú mismo. Ya toda la maquinaria está engrasada para montarte en el primer barco y que nunca más regreses. Tú decides.

- !Huuuy¡ !Nos salió gallito el vejete¡ Mira, hagamos algo: Quédate con la mujer. Total, yo ya la disfruté en su mejor momento - y buscando a Carminha detrás de la espalda del hombre que tenía enfrente, le lanzó una mirada lasciva que fue demasiado para Georges. De un puñetazo bien dado en la boca lo tiró al suelo. Los hombres detrás de Pat empezaron a caminar y los del bando de Edó hicieron lo mismo. Pat desde el suelo alzó una mano para detener a sus hombres y viendo a Georges, poniéndose en pie y sosteniéndose la quijada le dijo: !Yo solo quiero a mi hijo! !Quédate con la mujer, sólo quiero a mi hijo!

- Yo no te quiero a tí como padre - habló alto Xandé apareciendo entre sus tíos - Nunca has sido un padre para mí. Jamás estuviste a mi lado, ni me apoyaste, ni me buscaste, hasta ahora. No sé por qué lo haces, pero ya es muy tarde. Yo no quiero saber nada de tí. Mi lugar está junto a mi madre, junto a mi familia. Georges ha hecho por mí en estos meses muchísimo más de lo que tú nunca hiciste por mí en toda mi vida. Así que te puedes ir por donde viniste, porque no me interesa ser tu hijo. - y afirmándose en su decisión, se plantó junto a su madre, pasando un brazo por su talle.

En ese momento, Candy y un enorme grupo de mujeres aparecieron por una esquina de la plaza con una banda entera de batucada que tocando sus tambores crearon tal distracción que dispersaron a todos entre el ruido y los bailes. Aprovechando que la batucada aún estaba entrando a la plaza, Pat gritó diciéndole a Georges:

- Tú ganas.... por el momento

-Cuando quieras, mi oferta de viaje con gastos pagados no tiene fecha de vencimiento - le respondió muy firmemente.

Y dirigiéndose a Xandé, le gritó entre los ruidos de la batucada:

- Cuando me necesites, ya sabes dónde encontrarme, muchacho. Siempre - le dedicó una inescrutable sonrisa y se fue de la plaza cuesta arriba, con grandes zancadas, seguido de sus hombres y perdiéndose entre el gentío que llenaba la plaza.

Al verlo desaparecer en lo alto del camino, Carminha respiró, por primera vez en muchísimo tiempo. De pronto, un grito se hizo escuchar entre el barullo. Era Pedro, que al fin había llegado a la plaza y con el machete en mano le gritó al pelirrojo que lo alcanzó a oír:

- !Pat! !Como regreses, te corto las bolas! - El irlandés volvió al verlo y lo saludó con un gesto obsceno que hizo que Pedro enarbolara su machete y saliera corriendo tras él. Al momento, Edó y Joao lo rodearon, impidiéndolo avanzar mientras Pat se perdía cuesta arriba en entre las enmarañadas calle del pueblo y Pedro hacía gala de sus más floridos insultos de marinero. 

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoWhere stories live. Discover now