Hace Ocho Años Atrás…
Santana
—Morena. En serio. Mierda—el tono de voz de Kitty atrapó mi atención, y aparté la mirada de mis zapatillas de softbol para ver la razón que le causaba tanta emoción.
Elaine Nova se dirigía hacia nosotras. Y era jodidamente sexy.
Pero entonces, Elaine siempre fue muy atractiva. Cuando se mudó aquí en nuestro primer año de secundaria.
—Quiero algo de eso. Antes que nos graduemos, quiero ese coño—dijo Kitty en voz baja.
El problema con Elaine era que tenía un montón de dinero y era una princesa.
No, era una puta reina.
Miraba con desdén a todo el mundo. Nada importaba, aún así fantaseaban con ella. Era la página central de la Secundaria Sea Breeze.
—Suerte. Creo que ella es el único culo en nuestra clase de último año que no te has follado, y la única que nunca tendrás—dije.
Amaba recordarle a la chica linda que Elaine no le había dado ni la hora del día.
—De acuerdo, primero que nada, no he follado culos feos. Tengo estándares. Y segundo, me meteré entre esos muslos antes que dejemos este lugar. Soy Kitty Wilde—me recordó con un encogimiento de hombros engreída y una sonrisa de suficiencia.
En verdad si alguno de nosotras iba a follarse a Elaine, sería Kitty. No tenía duda alguna.
—Santana—dijo la voz de Elaine, sorprendiéndome, y me giré para mirarla.
Tenía la certeza que nunca dijo mi nombre en cuatro años.
—¿Sí?—contesté, negándome a dejarle saber que quería probarla.
Giró un mechón de cabello alrededor de su dedo y mordió su labio inferior a medida que me miraba a través de pestañas gruesas. Ni siquiera me importaba si esas pestañas eran falsas. Lucía totalmente sensual.
Muy sensual.
—Me preguntaba si quizás podrías darme un aventón hasta mi casa—dijo con su boca haciendo un puchero.
Podía darle un aventón, claro que sí. Uno que no olvidaría pronto.
—Mierda—maldijo Kitty detrás de mí. Esto la haría enloquecer.
No pude evitar sonreír.
—Seguro. Déjame buscar mi mochila del vestuario—dije, tratando de actuar como si no me sintiera contenta por esto.
Parecer relajada con Elaine era la única forma de obtener lo que quería de ella.
—Muchas gracias. Mi auto se encuentra en el taller y no quería llamar a papi para que viniera a buscarme.
Tampoco quería que llamara a su papi. Tenía planes que estaba segura que papi no aprobaría.
Kitty me empujó a medida que pasé a su lado, y contuve una risa. Esto la enojaba demasiado. Y tendría que restregárselo en la cara por el resto de nuestras vidas.
Me metí entre las piernas de Elaine primero. Porque ese era el plan de juego.
Quería ver si ese coño estirado y caliente como el infierno valía toda la atención que le ganaba.
—Oye, Brittany, ¿qué te pasa, chica? ¿Viniste a buscarme?
Las palabras de Kitty me detuvieron, y me giré de vuelta para ver a Brittany luciendo insegura mientras sonreía, su sonrisa dulce y tímida dirigida a Kitty.
Entonces me miró. Demonios. Esa sonrisa. Hacía que algo dentro de mí se oprimiera como una hija de puta cada vez.
¿Lo notaba?
—Yo, eh, iba a ver si podía conseguir un aventón. Me perdí el autobús escolar, y creo que Alfonso ya se fue. No lo vi mucho hoy, y no sé a dónde va después de la escuela—dijo, sus mejillas sonrojándose a medida que miraba.
—Sí, hermosa, claro que puedes. Justo pensaba en cómo odio ir a casa sola—contestó Kitty en ese tono dulce que impostaba para tenderme una trampa.
Obtendría su venganza.
O pensaba que lo haría.
—No—dije, caminando hacia Brittany y tomando su brazo—Yo llevaré a Britt a casa. Tú lleva a Elaine—declaré, asegurándome de que entendiera que no bromeaba.
Kitty comprendió.
Su sonrisa de suficiencia estaba más que complacida. Follaría a Elaine primero después de todo. Y después de esto tenía la seguridad que nunca obtendría una probada de Elaine Nova.
Pero ella no era lo suficientemente importante como para ignorar a Brittany.
Si Brittany me necesitaba, no podía decirle que no. Y segura como el infierno que no dejaría que Kitty se le acercara.
Sola.
Ni loca.
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