Capitulo 20

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En La Actualidad…

Santana

Santiago yacía tumbado sobre mí, profundamente dormido mientras Darth Vader pateaba traseros en la televisión.

El plan original era ver Piratas del Caribe. Pero Santiago dijo que a su mamá le gustaba el Capitán Jack y que teníamos que esperarla para comenzar la película.

Y diablos, Brittany no iba a sentarse aquí y ver a al jodido Johnny Deep. Saqué el DVD jodidamente rápido y metí uno de La Guerra de las Galaxias.

Ni siquiera me importó cuál era. Solo era para que Brittany no estuviese pensando en ninguna otra persona.

Brittany entró en la habitación con una pequeña bata de seda envuelta a su alrededor y su cabello con rizos húmedos; su rostro se hallaba libre de maquillaje.

—¿Se durmió?—preguntó, moviéndose hacia nosotros.

—Sí—dije, preguntándome si tendría algo puesto bajo esa bata.

—Vamos a meterlo en la cama—dijo, inclinándose para recogerlo.

—Lo tengo —le dije.

—De acuerdo—dio un paso atrás y me dejó levantarlo, luego guió el camino a su habitación y sacó las mantas para que pudiera acostarlo.

Nos aseguramos que estuviese bañado y en pijamas antes de la película.

Brittany se inclinó y besó su pequeña mejilla.

—Te quiero, mamá—murmuró Santiago con los ojos cerrados.

—Te quiero más —respondió esta.

Mientras Brittany se daba la vuelta para salir de la habitación, me agaché y revolví su cabello.

Era tan pequeño. Igual que su papá a esa edad.

—Te quiero, tía Tana—dijo con una vocecita adormilada.

Mi garganta se cerró, y tuve que tragar saliva para aflojarla antes de poder hablar.

—Te quiero, chico —le dije.

Se tapó con las sábanas hasta debajo de la barbilla y se acurrucó más en su cama.

Este momento era todo gracias a Brittany. Hizo esto posible.

Mierda, la amaba.

No solo porque me dio a este chico para ayudarme a sanar lo que perdí, sino porque se robó un pedazo de mi alma con esos grandes ojos y esa dulce sonrisa cuando tenía catorce.

Había querido estar cerca de ella y mantenerla a salvo. En ese entonces no sabía exactamente por qué, solo sabía que quería hacerla feliz.

Era importante para mí.

Pero ahora sabía el motivo.

Era especial.

Del tipo que es difícil de encontrar en esta vida. El tipo que la mayoría de personas no logran tener. De la rara especie que, cuando lo encuentras, sabes que vale la pena luchar.

Su mano tocó mi brazo.

—Hoy todo salió bien—su voz era un susurro.

Envolví los dedos alrededor de su pequeña mano y salí de la habitación con Brittany a mi lado.

Cuando cerró la puerta detrás de sí, fui capaz de mirar hacia abajo, a la parte delantera de la bata y ver que, de hecho, se hallaba desnuda.

Diablo, sí.

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