Capitulo 12

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Hace Ocho Años…

Brittany

—Oye, hermosa. ¿Has visto a San? Normalmente no se aleja tanto de ti—me preguntó Kitty Wilde con una sonrisa de lado, llevaba su cabello rubio detrás de las orejas.

La mayoría de las personas de la escuela amaban a Kitty. Yo no.

Solo era graciosa. Me hacía sonreír, pero no hacía que mi corazón revoloteara.

—Retrocede, Wilde—dijo Santana mientras tomaba asiento a mi lado en la mesa de picnic.

Acababa de regresar de la escuela alternativa y no me abandonaba. Durante el tiempo que estuvo ausente, Hanna, Quinn y Kitty cuidaron tan de cerca que no mucha gente me hablaba.

Solo algunas chicas, como la hermana de Hanna, Marley, y la novia de Quinn, Rachel. Pero parecía que a todos les intrigaba y les asustaba.

Era frustrante.

—Sabía que estabas por aquí—dijo Kitty, entretenida—Tengo algunas cosas que manejar en casa. Me voy de aquí. Hazle saber a Hanna que no necesitaré un aventón después de la escuela, ¿bien?—cuando dijo la palabra “casa”, su sonrisa ligera se marchó y pude ver la ira y la frustración.

Santana asintió.

—Seguro. Yo le digo.

—Te veo esta noche. En la casa de Quinn—dijo, se levantó de la mesa y me guiñó el ojo.

Todas eran muy cercanas y tan diferentes.

Pero si una necesitaba a la otra, todas estaban ahí.

Hanna era la que sobresalía como un pulgar hinchado. A diferencia de las otras tres, siempre tuvo dinero. Su papi era dueño de un montón de concesiones de autos, pero nunca te darías cuenta al mirar a Hanna.

—¿Eso es todo lo que comerás?—me preguntó Santana.

Era agradable tener a alguien que comiera conmigo de nuevo. Extrañaba esto.

No teníamos el mismo horario para almorzar, pero de algún modo Santana siempre aparecía en el almuerzo de los de primer año y me acompañaba.

Todo el mes pasado había estado sola. Algunas veces Alfonso pasaría y hablaría conmigo un par de minutos antes de que el equipo de basquetbol se lo llevara a su mesa, pero nunca me invitó a ese mundo.

Poco a poco perdía a Alfonso. Me dolía.

Había sido mi mejor amigo por tanto tiempo, no era fácil verlo alejarse cada vez más.

Mientras Santana estuvo ausente, daba la impresión de que Alfonso casi estaba molesto conmigo. Como si fuera mi culpa que su hermana hubiera sido enviada a la escuela alternativa.

Nunca le pedí que le diera una paliza a ese chico, pero me sentí agradecida cuando lo detuvo.

—No tengo mucha hambre—le dije, lo que era mentira.

Mi mamá decidió que había ganado peso últimamente, y quería limitar mi comida. Traté de explicarle que eran mis pechos, pero no lo aceptó. Dijo que mi grasa estaba subiendo ahí y que tenía que dejar de comer tanto.

Ella no estaba bien dotada, y creía que yo lo estaría si comía menos.

Así que tenía una manzana y algunos palitos de apio para almorzar. Mi cintura se redujo, pero eso solo hacía que mis pechos se vieran incluso más grandes.

Mientras más grande lucieran, más pánico sentía mi mamá y menos comida me daba.

—Has perdido peso—dijo Santana, frunciendo el ceño—Tienes que ganar un poco más de peso, Rubiecita.

AgarrateWhere stories live. Discover now