Capitulo 3 - Parte II

33 5 0
                                    

En la Actualidad…

Brittany

Para el viernes ya habíamos encontrado nuestro ritmo.

Santiago se levantó y se vistió mientras hacía el desayuno, el que consistía tortitas y un vaso de leche.

Eso no me haría ganar el premio a Mamá del Año, pero a él le gustaban las tortitas de chispas y crema y a mí me gustaba llevarlo a la escuela a tiempo.

Sí comimos el desayuno juntos.

Me comí mi barra de granola y bebí algo de café mientras Santiago hablaba dichoso.

No era una persona a la que le gustaran las mañanas. No podía siquiera formar palabras hasta que al menos transcurrieran treinta minutos desde despertar y dos tazas de café.

Santiago, por otro lado, despertaba cantando.

Esta mañana me enumeró sus predicciones para la próxima temporada de básquetbol. No tenía idea de qué decía, pero asentí y bebí sorbos de mi cafeína.

Vestirme tomaba más tiempo, pero le daba a Santiago tiempo para jugar con sus juguetes y elegir que quería que le empacara para su almuerzo.

Le gustaba tener opciones.

La mayoría de los días no teníamos muchas opciones, pero igual quería elegir.

No llegó tarde ni una vez en toda la semana, tampoco yo. Mi nuevo trabajo era de martes a sábado.

Santiago iba a una guardería después de la escuela hasta las cinco de la tarde cada día.

El consejero de su escuela me lo recomendó. El costo era determinado por mi ingreso, así que era mucho más rentable que una guardería todo el día.

Un beneficio extra era que varios niños de su clase iban también a esa guardería. Así que él disfrutaba jugar con sus nuevos amigos.

Si no fuera por el hecho que tenía que ver la casa de los López todos los días, entonces todo esto sería perfecto. Pero ver la casa de Alfonso continuamente me recordaba el rechazo que Santiago no merecía de la gente con la que compartía sangre.

—¿Brittany…Pierce?—dijo una voz familiar, sacándome de mis pensamientos mientras me barría el cabello de mi última cita.

Levantando la cabeza, me recordé que estaba preparada para esto. La gente me reconocería. Solo porque transcurrió una semana sin que fuera reconocida (aparte de Santana) no significaba que eventualmente no iba a suceder.

Marley Marin Rose me sonrió mientras metía su castaño cabello largo y brillante tras su oreja. Sus ojos brillaron con verdadero placer de verme.

Pero bueno, esa era Marley.

Iba un año detrás de mí en la escuela, pero su hermana mayor, Hanna, era una amiga cercana de Santana y la conocía a través de ella.

Siempre fue bonita, pero ahora era hermosa.

No la había visto desde que ella tenía quince años. Imaginaba que las personas de por aquí habían estado golpeando su puerta; bueno, si lograban superar Hanna.

Recosté la escoba contra mi puesto de trabajo y caminé hacia donde se encontraba de pie en el escritorio de recepción.

—Hola, Marley—dije.

Acomodó su bolso de diseñador sobre el hombro y siguió sonriéndome como si fuera el arca perdida y me hubiera encontrado.

En mi cabeza pasé a través de los chicos adinerados de por aquí que pudieron haberse dado el lujo de poner un anillo en su dedo.

AgarrateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora