Capitulo 23 - Último

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Dos Meses Después…

Brittany

Porque buscaba a esa chica con la coleta rubia que cruzaba la calle cada maldito día.

Me detuve y recogí el trozo de papel de la almohada vacía de Santana. Las palabras no tenían sentido.

¿Esperaba que cruzara la calle?

¿Cuándo?

Me levanté y estiré.

Fue a trabajar temprano. Me dijo anoche que tenía que ir a trabajar temprano esta mañana.

Al gran proyecto de departamentos que consiguió López Construcciones, le completarían un nivel hoy.

Esto era importante para el futuro de Santana.

Su papá nunca consiguió trabajos como este, pero Santana llevaba el negocio al siguiente nivel.

Me sentía tan orgullosa de ella.

Metí el trocito de papel con la extraña nota en el bolsillo de mi bata y fui al baño.

La llamaría y le preguntaría por eso más tarde. Tal vez lo entendería una vez que tuviera café.

Nos acostamos un poco tarde anoche. Ella fue incapaz de sacar sus manos de mí, y lo disfruté mucho.

Otra notita se hallaba en el espejo. Me acerqué y la arranqué.

Porque esos grandes ojos perdidos me miraban con confianza y se iluminaban cuando encontraban los míos.

¿Qué hacía?

Esto era loco.

Lo leí de nuevo y reí, entonces la metí en mi bolsillo antes de cepillar mis dientes y luego mi cabello.

No tenía que trabajar hoy. Era lunes y estaba libre.

Tenía que levantar a Santiago y alistarlo, pero establecí la alarma para poder beber mi café antes de tener que despertar a mi bola de energía.

Deslicé los pies en mis pantuflas peludas ahora que las noches se volvían más frías y enfriaban los pisos de madera dura en la mañana.

Abrí la puerta en silencio y fui a la cocina. Lo primero que noté fue otro trozo de papel como los otros al lado de la cafetera.

Porque escuchar tu risa lo arregla todo.

Ese era dulce y tenía más sentido.

Lo entendía ahora.

Me dejaba notas de por qué me amaba.

Los dos últimos meses, Santana López se convirtió en la Señora Romántica. Lo cual era algo que Kitty, Hanna y Quinn pensaban que era lo más divertido que habían visto.

Aunque Santana tomaba sus burlas con tranquilidad. Parecía gustarle. No estaba segura de qué le sucedía.

Abriendo la nevera, alcancé la crema solo para encontrar otra nota.

Porque me sanaste. Cuando nadie más pudo.

Se me llenaron los ojos de lágrimas con esa, la doblé cuidadosamente y la añadí a las otras.

Esa mujer. La amaba.

No parecía verlo, pero ella también me sanó.

Sanó mi dolor pasado y mi amargura.

Fui capaz de dejarlo ir.

Mamá incluso vendría de visita el mes próximo para quedarse unos días y conocer a Santiago.

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