Capitulo 21

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Santana

Brittany se apagó justo frente a mis ojos.

Toda clase de emociones se fueron de su cara, y solo miraba hacia un punto frente a ella.

Lo único que no quería que supiera, su maldita excusa de mamá se lo dijo sin advertencia o preparación. Traté de detenerla, pero la cara de horror de Brittany me robó las palabras.

Me congelé ante esa horrible realidad.

—Britt-Britt, mírame—dije, tratando de alcanzarla, pero se echó para atrás.

No me miró, y se alejó. Eso fue peor que alguien cortándome con una navaja.

—Tú fuiste mejor que Alfonso. Él era débil—empezó a decir su mamá, pero me volteé y la miré con ira.

—¡CIERRE LA MALDITA BOCA!—grité.

Ya había dicho suficiente. No quería escucharla hablar nunca más.

—No lo defiendas. Él la usó —dijo.

—¡No lo defiendo! La protejo a ella. ¡Cállese! Ella no necesitaba escucharlo de esta manera. Nunca necesitó saberlo. Él se ha ido. Eso se acabó. Ella tiene sus recuerdos, y estaba feliz. ¿No notó eso? ¿Cuál es su problema, mujer? ¿Disfruta de verla sufrir?

Al menos tuvo la decencia de encogerse.

—Para—dijo Brittany, atrayendo mi atención de nuevo hacia ella—Tiene razón. Debía saberlo. Es algo que debieron decirme desde hace tiempo. No me derrumbo. He demostrado eso. Tiene sentido, en realidad. Él siempre estaba cerca de ella, y viceversa. Confié en él. Lo hice. Pero tiene sentido—su voz sonaba vacía.

Lo odiaba.

Prefería sus lágrimas. Incluso sus gritos. Pero esto no.

Era como si se cerrara, alejando a los demás.

No me iría.

No me alejaría.

—Quería evitar que fueras lastimada por los López. Así que hice que tu tía revisara el correo todos los días y me mandara las cartas que les escribías. Las tengo todas si las quieres. Sin embargo me quedaré con las fotos. Las quiero, si eso está bien. Así fue como vi crecer a Santiago. Pero las cartas, puedes dárselas a Maribel. Las tengo en el carro.

Tomó las cartas porque nos castigaba por el engaño de mi hermano.

¿Qué tan enfermo era eso?

Mis padres perdieron a su hijo. Luego se enteraron de que embarazó a Kimmy, y ella tuvo un aborto un día después de su funeral.

Se esparció como fuego salvaje por todo el pueblo. Un año después, Kimmy se mudó lejos con un tipo y nunca regresó a Sea Breeze.

No tener que verla, ayudó.

Cuando veía su rostro, todo lo que veía era a la chica que mató al hijo de mi hermano.

La odiaba.

No podía perdonarla. Ni siquiera quería. Me daba asco.

—Váyanse. Las dos, váyanse. Déjame las cartas en la entrada. No estoy lista para esto. Tal vez algún día pueda encontrar una forma de perdonarte, mamá, pero hoy no es ese día.

Ella no volteó a ver a ninguno de las dos. Sus ojos seguían sin enfocarse mientras veía hacia la nada.

—Dame una hora, después trae a Santy a casa, por favor. Pero necesito que te vayas.

AgarrateWhere stories live. Discover now