M.I.A - Alastor [Hazbin Hotel][+21]

M.I.A [17]

Como alma que sería llevada al diablo, el corpulento hombre corría entre la arboleda que se juntaba en las decenas de hectáreas del campo. Su brazo sin responder, solo era apretado para que la sangre dejara de caer, así no dejaría rastro alguno al cazador hambriento de atrapar la presa.

No entendía como esos ojos se volvían de color rojo sangre mostrando tanta sed de destriparlo, siempre creyó que se trataba de un marica con miedo a tocar una vagina o siquiera a responder una contraria a alguien como él. 

"Oh, cuan equivocado estaba".

Ahora estaba corriendo intentando salvarse el culo para que un rifle calibre 22 Magnus no le explote el cerebro.

"¿Por qué mierda había hecho eso?".

Recuerdos de anteayer inundaron su mente.

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El día veraniego estaba apacible, hermoso para cazar. Los hombres estaban disfrutando un desayuno entre risas y comentarios nada agradables a oídos ajenos que estaban disfrutando de sus comidas. Al haber quejas sobre lo aturdidos que estaban, además de lo dicho por esos hombres, la mesera se acercó algo nerviosa para intentar conversar con ellos de su actitud.

—Disculpen señores, necesitaría que bajen un poco el volumen de su voz, hay muchos intentando disfrutar de una tranquila mañana —la muchacha parecía un pequeño cordero temblando ante ellos—.¿Podrían hacerme el favor?

Estos ante su súplica, se vieron de manera cómplice y sonrieron volviendo a mirarla.

—Claro, te haremos el favor, luego te pediremos lo que queremos, preciosa —sorprendida ante esto, asintió y se alejó de ellos lo más rápido posible, tenía un mal presentimiento.

Lastimosamente, estaba en lo cierto, sus manos y boca fueron atadas con tal de poder hacer más fácil llevarla hacia un lugar lejano, donde poder profanarla sin rasgos de arrepentimiento a la jovencita aterrada de lo que estaba por vivir.

Sus lágrimas de desesperación, miedo, impotencia e ira eran completamente asfixiantes, estaba sumisa ante sus secuestradores, pero lo peor de todo... A pasos de su casa, donde la esperaba su papá preocupado por no ver su carita alegre y exhausta por el trabajo.

"Dios, por favor, no me abandones, te lo suplico"

"No quiero, tengo miedo, fui una niña buena, por que me abandonas en este momento, p-por fa-favor... Papá, ayudame"

Se encontraba en posición fetal en el frío suelo de esa cabaña sin usar, su cara mojada por las lágrimas hacían enrojecer su nariz y mejillas, lo que hacía excitar a los hombres que la observaban morbosos de lo que pensaba o sentía la chica.

El cabeza mayor de la situación comenzó a desvertirse mientras se acercaba hacia ella, quien por las lágrimas, tenía la vista borrosa. 

—¡Alejate, por favor! No te hecho nada, dejame ir, por favor... —su voz tembló al sentir como era despojada de su vestido floral de verano—. ¡No, no, por favor!