M.I.A - Alastor [Hazbin Hotel][+21]

M.I.A [21]

Era un día como cualquier otro en la gran ciudad Pentagrama, llena de pecadores con ganas de vivir el día a día, hasta que llegara el final o lo que sea que llegue a pasar. Las calles eran ruidosas por el bullicio de las personas que la poblaban, desde parejas hasta un pequeño tumulto de gente, pero unas pisadas que se acercaban eran lo único que hacia callar las voces dejando en completo silencio la cuadra transitada.

El ahora nombrado "Demonio Radio" estaba sonriente como siempre dando un paseo gratificante mientras cantaba al son de la música que desprendía su bastón. Se le notaba de buen humor, o al menos eso se le creía, siempre mostraba una sonrisa ante cualquiera, no importaba la circunstancia jamás se iba de su rostro.

—There was a boy
A very strange enchanted boy
They say he wandered very far, very far
Over land and sea~

Mi voz se profundizó por la sensación de calma que desprendía la melodía del bastón.

—A little shy
And sad of eye
But very wise was he~

Podía sentir miradas hacia mi, pero seguiría hasta cuando yo decida terminar.

—And then one day
A magic day he passed my way
And while we spoken of many things
Fools and kings
This he said to me~

—The greatest thing you'll ever learn
Is just to love and be loved in returm~

El solo de piano entró en mi ser como si se apoderara de todo, la sensación electrizante que daba el violín también me estremeció de fervor.

—The greatest thing you'll ever learn
Is just to love and be loved in return~

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—Eso sonó completamente increíble, Alastor —ví de reojo el cabello negro mecerse por la ventisca mientras esa filosa mirada estaba clavada en mi nuca—. Realmente eres cautivante, por si no lo notaste.

Cada vez que nos vemos, no pierde la oportunidad de halagarme o "cortejarme" si podemos llamarlo asi.

—Gracias por el halago, cariño. ¿Cómo te encuentras hoy? —suspiró profundamente para caminar y quedar al lado mio.

—Me gustaría decir rebosante de alegría, paz, pero tengo obligaciones ajenas que no puedo terminar de sacarme encima.

Comenzamos la caminata mientras contaba sus frustaciones, desde los problemas de sobrepoblación, exterminio, territorio, acabando con el gran Lucifer.

—Sinceramente, voy a volverme vieja de tanto estrés. Nunca pensé que sería posible para un ángel —dejó su mano postrada en su cabeza acariciandola con el fin de que se fuera el dolor.