Cap.5 - Chica, Puerta y Vela

7 2 0
                                    


A pesar de que Klaus siempre había dicho que era la señora de la casa en sus cartas, había ciertas estancias que nunca había investigado. Principalmente por miedo. Eran habitaciones que, tras aquella trágica noche, habían quedado tal cuál. Paralizadas, contemplando el tiempo pasar a su alrededor.

De pequeña temía sobretodo su siniestralidad. Pensaba que podría encontrarme cara a cara con cualquier monstruo o fantasma. Quizás el del antiguo duque rondando sus pasillos en busca de venganza. Pero ahora, ya era una adulta y estaba claro algo. Que tenía que descubrir más cosas sobre Klaus si quería llegar a entenderlo, pues hasta el día de hoy seguía siendo todo un misterio para mi. Es por eso que me dirigí para empezar a buscar en el ala norte.

Pude notar rápidamente que ni siquiera los criados pasaban por allí. Las cortinas estaban echadas, el polvo se había acumulado por todos los salientes, así como en los cuadros. La moqueta tenía un color casi negro, y por último, podía notar un olor rancio y putrefacto en el ambiente.

Tuve miedo de correr las cortinas, por lo que cogí una de las velas que alumbraban la mansión para hacerme de guía y me adentro en aquella oscuridad esperando encontrar respuestas.

Este ala parecía ser más amplia que el resto. Los pasillos parecían un laberinto y no tenía claro el recorrido que estaba haciendo. Por suerte dejaba huellas que me indicaban el camino por el que venía. Todas las estancias parecían iguales por sus puertas y ninguna me llamaba especialmente la atención, así que decidí llegar hasta el último rincón de esos pasillos antes de empezar a entrar de un sitio a otro.

Cada vez hacía más frío en aquel lugar recóndito. El vaho me acompañaba como si de mi anunciación se tratará. Las puntas de mis dedos estaban entumecidas y podía notar un rubor en la punta de mi nariz.

Cuanto más me adentraba mayor era el eco de mis pasos, y casi parecía un camino sin fin. Pero de repente pase junto a una puerta que me hizo sentir escalofríos.

El problema no era su forma, color o dimensiones. Lo que me hacía estremecer era la huella de una palma ensangrentada en ella. Parecía ser la de un niño.

Dirigí mi mano temblorosa hacía el pomo de la puerta. Intenté abrirla lentamente pero estaba cerrada con llave. Supe rápidamente que aquella habitación seguía usándose porque no dejo restos de polvo en mi mano, y me pregunté mirándola dónde podría encontrar aquella llave.

Sabía que dentro tenía que haber algo lo suficientemente importante como para que estuviera cerrada con llave.

Pensé en preguntarle a Klaus directamente, pero estaba segura de que no me diría nada. Incluso podía enfadarse conmigo por husmear en su pasado. Por otro lado la Señora Parkins estaba encargada en exclusivo a mi cuidado, por lo que solo se acercaba a la cocina para prepararme algo de picoteo, al baño para ayudarme en mi aseo y a mi habitación para ayudarme diariamente a vestirme. Al cocinero ni siquiera lo conocía y el resto de criados eran desconocidos encargados de la limpieza. La verdad es que era una chica muy tímida y nunca salía de mi habitación si no era estrictamente necesario, y la siguiente estancia que más concurría era la biblioteca. Solo se me ocurría una persona que pudiera tener esa llave, o que al menos supiera donde encontrarla. Jeffrey, el mayordomo. Pero desde aquella horrible noche, evitaba cruzarme con él a toda costa. Se que seguía ordenes de su señor, pero ignorar la atrocidad de sus actos lo hacía igual de culpable. Además, sabía que era fiel al antiguo Duque y que también lo era al actual. Pero a mi no me veía como alguien de la familia. Solo una intrusa a la que algún día se le acabaría la suerte.

De repente una ráfaga de aire frío hizo que la vela se apagara, haciéndome quedar completamente a oscuras. Entonces comencé a oír unos pasos dirigiéndose hacia mi.

Mi bello se erizó lentamente, el pulso se me aceleró e incluso los labios se me secaron del miedo. Estuve solo unos segundos paralizada pero para mí fue una eternidad, y después, como un rayo, sujeté el bajo del vestido y salí corriendo como alma que lleva el diablo.

Estaba rememorando el momento en el que el antiguo duque me perseguía. El sudor frío se deslizaba por mi frente. Y el vaho iba dejando mi estela de desesperación, pero por mucho que corría, seguía oyendo los pasos cada vez más cerca.

Debido a la profunda oscuridad que inundaba aquellos pasillos, arrastraba varias telarañas en el pelo y la ropa.

Choqué mi hombro contra una de las esquinas, incluso topé con algún pasillo sin salida. Mi ansiedad era tan grande que iba dejando un rastro de lágrimas a mi paso.

Entonces ocurrió. Tropecé con un doblez de la alfombra, caí al suelo y pude notar como la sombra se situaba tras de mí.

— ¡NOOOO! — grité con todas mis fuerzas mientras tapaba con mis manos mis ojos...

— ¡IVETTA! ¡Soy yo! — dijo una voz familiar mientras me sujetaba por los brazos.

— Klaus.

— Tranquila. No llores. No pasa nada.

Yo claramente no podía parar de llorar, entre el trauma que tenía y que siempre fuí un poco llorona estaba claro que hacía falta algo más que unas simples palabras para hacerme parar.

— Agárrate a mí. Te llevaré a tu alcoba. Después hablaremos un poco.

Había incluso olvidado por qué estaba allí, solamente quería aferrarme a él con todas mis fuerzas y dejarme llevar.

Raíces del SilencioWhere stories live. Discover now