VIII. Locuras

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Era la primera vez que Becky la besaba de esa manera, tironeando su camiseta y pegándole más a ella, como si aún pudiera un poco más. Mordía su labio inferior, jadeaba su nombre sobre las bocas y estaba haciéndole perder el control.

Desafiante, brusca y con la locura en cada punta de sus dedos. Estaba casi tratándola mal, sin cuidado y con una pasión desbordante, autómata a cada segundo que avanzaba. Y le parecía irracional como sincero por igual. Quería tocarla, atraparla entre sus brazos, pero la rubia la alejaba cuando lo intentaba.

La bailarina la obligó a caminar hacia atrás y golpeó contra la pared. Sujetó su cabeza, respondiéndole el beso con las mismas ansias y sintió las manos en su torso, moviéndose en busca de quitarle la ropa. No le parecía un buen lugar las duchas del Private Bangkok, pero no había nadie y tampoco podía detenerla. Por lo que en ese segundo le pareció excelente.

Becky tocó entre sus piernas, el interior de sus muslos y llegó al cierre de su falda. Cuando lo bajó, la sintió alejarse y abrió los ojos, observándola arrodillarse a la altura donde más la necesitaba. Se sonrieron, con la lujuria cargando sus ojos y atrapó su cabello, guiándola con ansiedad a que comenzara.

- Que bien hueles hoy...Freen...- su sonrisa se deterioró. Esa no era su voz. La dulce y chillona voz de Becky no sonaba como siempre y se removió, intentando entender qué sucedía - ¿es el perfume que te regalé? - un beso ruidoso y húmedo invadió su cuello. Y una mano apretó su seno, generándole algo de dolor e incomodidad - despierta, mi amor-

Lo hizo. Con brusquedad y se sentó en la cama sudando por los nervios. Su pecho subiendo y bajando, aterrorizado frente a lo que había soñado y mezclado con la realidad que allí tenía.

Billy la miraba con el ceño fruncido y ella notó su falda de porrista levantada. La alisó al instante y trató de recuperar la tranquilidad antes de hablarle.

- ¿Estás bien? -

- ¿Qué demonios haces en mi cuarto, Billy? -

- Tu mamá me dejó pasar cuando le dije que venía por unos trabajos. Solo que te habías dormido-

- ¿Y te parece ésta la manera de despertarme?...idiota- susurró abandonando la cama y abriendo la puerta - ¿y tu mochila? - le preguntó al no verla en la habitación. Él alzó los hombros-

- Lo del trabajo era una excusa, como siempre... ¿qué te pasa? -

- ¿Qué me pasa? - ironizó alzando la voz - ¿te parece interesante despertarme contigo encima y tocándome de esa forma? -

- Lo siento- se disculpó él con algo de seriedad. Lo vio gesticular, dudando si decir algo más y se cruzó de brazos, esperando una disculpa sincera - Sé que lo hemos hablado, Freen, pero...no sé si quiero seguir esperando- aseguró poniéndose de pie y llegando a ella-

- ¿Qué acabas de decir? - insistió entre dientes-

- Lo que escuchaste. Llevamos dos meses juntos y ya estoy harto de solo unos cuántos besos y que encima lleves días evitándomelos. Heng me dijo que con el llegaron más lejos-

- ¡Lo más lejos que llegó Heng fue dejar una mano en mi pierna! No puedo creer que seas igual de imbécil que él. Recuerda que estoy en el club de castidad-

- Pues sí, eres la única miembro junto a la señorita Gaon ¿cuál es la gracia? -

- Fuera de mi cuarto- le ordenó señalando la puerta-

- Freen, escucha...entiendo eso de los miedos por el que pasan las mujeres, que si su primera vez es molesto o dolor...-

- ¡Fuera de mi cuarto! -

Bajo sus EncantosWhere stories live. Discover now