XVI. Hipocondría del corazón

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"¿Freen?"- Freen apretó los ojos y lanzó el celular a un lado. Era el segundo mensaje de Becky luego de "puedes llamar a mis padres cuando quieras" tan solo unos 10 minutos atrás. La cena en casa de los Armstrong al parecer ya había terminado y la de ella esperaba por el postre, por aquel tan detallado pastel que Naiby solía hacer cada viernes de inicio de mes y lo cubría con excesiva crema como relleno de chocolate.

Y a decir verdad ya no tenía ganas de probarlo. Solo quería abandonar la silla y esconderse en su cuarto, tirada en la cama hasta que el sol del día siguiente la despertara. Como Oliver solía despertar en las noches de lluvia y su madre despertaba cuando oía algún ruido fuera de lo normal a plena madrugada. Quería despertar sin ganas cómo Friend despertó sus miedos horas atrás.

¿Cómo se atrevía a haberle recriminando su popularidad a cambio de la felicidad de Becky? No estaba en ese momento de cambiar una cosa por la otra sin importar el orden. Era feliz en la cima de la montaña, con sus manos en la cintura y mirando con superioridad a todos. Y era feliz también cuando estaba a solas con la bailarina, con sus bocas juntas y besándose a un ritmo que la hacía perder el control. Si la rubia no le pedía cambiar las cosas ¿quién se creía Friend para intentarlo si quiera?

La chica ya sabía de sus encuentros y solo era cuestión de tiempo para que se los contara a los demás. Y con ello la burla, las risas y aquel uniforme de porrista que no podría volver a utilizar. Ese era el último año en el Instituto y quería irse cómo lo que era: la chica a la que todas envidiaban y los chicos deseaban. La más popular y la reina del Private Bangkok. Esa era Freen Sarocha. No la capitana de las porristas que se besaba a escondidas con Rebecca Armstrong, el rostro cual tiro al blanco para los granizados.

Su móvil volvió a vibrar en la punta de la mesa, a su lado y miró a su padre antes de tomarlo. Roger la apuntó con el tenedor y la detuvo, impidiéndole si quiera a leer el mensaje.

- Creo que una de las reglas de esta casa, Freen, era que tendrías celular si permanecía dónde debía. Y entre nosotros, en la cena, no es una opción ¿o sí? -

- No, papá. Lo siento-

- ¿Y quién es con tanta urgencia? - insistió él y Freen se aclaró la garganta, observando con rapidez a su madre-

- Es Nam- murmuró con algo de temblor. Irónicamente, dentro de esas cuatro paredes, los roles se invertían y ella no daba órdenes, solo las cumplía-

- Espero que te haya quedado claro que por mucho que nos salgamos dos días de la ciudad con tu madre, no tienes permiso para estar fuera de casa. No quiero fiestas con tus amigas ni comportamientos inadecuados ¿entendido? - ella suspiró apenas. Suponía aquella orden, pero hasta horas atrás iba a desobedecerlas. Pero los miedos que afloró Friend más los que su padre imponía con aquel tono contundente, su cuerpo temblaba de solo pensar que alguien notara su salida. Asintió, cuando Roger movió su cabeza esperando por la respuesta y luego miró a Cream, que le sonrió dulcemente-

- Sí, papá. No saldrá de casa-

- En la puerta de la heladera les dejaré unas actividades para que hagan. Deben ganarse de alguna manera el regalo que le traeremos- terminó él con diversión, pero nadie rio.

Freen lo vió servirse una copa más de vino blanco y, mientras él bebía a gusto, tomó su celular y desde debajo de la mesa leyó otro mensaje de Becky:

"Supongo que quizá no irás a la cabaña de Nam. Si quieres compraré tickets para la feria. Estoy invitándote, será divertido. Buenas noches, Freen"

No, no sería divertido porque ese no era su plan de fin de semana largo. Pero sí, sí iría a la cabaña solo que sin ella. Serían Nam, Mind y ella como las mejores amigas que siempre fueron y nadie más, así debía ser sí quería regresar la calma y el control a su vida; algo que no tendría si continuaba manejándose por impulsos con Becky.

Bajo sus EncantosWhere stories live. Discover now