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Al otro día, April como si de un milagro se tratase se levantó temprano, quería ir a ver a los niños en pediatría

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Al otro día, April como si de un milagro se tratase se levantó temprano, quería ir a ver a los niños en pediatría. Y para eso, no debía retrasarse.

Ella intentó hacer el menor ruido posible, mientras iba de puntillas al baño. No quería despertar a su amigo que aún se veía cansado.

Todo se jodió cuando se dirigió a la cocina para preparar el desayuno y su almuerzo. Las ollas cayeron al suelo y el escandaloso estruendo se apoderó del hogar; y el eco aumentó el bullicio.

—Hola ardillita, ¿y ese milagro que estás despierta? —dijo Justin esbozando una ligera sonrisa.

—¡Oh! Buen día yo bien… perdón por el ruido. No sé solo no podía dormir.

La muchacha parecía indiferente, así que el chico sonrió y se acercó a abrazarla para tratar de aligerar el ambiente.

—Oye, reina, ¿ya vas a hacer el desayuno? ¿O me encargo yo y tú vas a vestirte? —dijo Justin con una sonrisa.

La muchacha se dirigió con rapidez hasta su habitación para darse una ducha caliente; necesitaba relajarse y no le tomó más de una hora. Miró el borroso reflejo que el espejo empañado le devolvía y con un sonoro movimiento de su mano sobre la fría superficie, logró verse un poco mejor mientras envolvía su cabello en la toalla.

Extrajo del armario su uniforme de pediatría, ataviado con muñequitos rosados y azules para resultar llamativo y que los niños no le tuvieran miedo.

—April, ya está listo el desayuno —dijo el muchacho en un susurro. Sabía que a su amiga no le gustaba que hablara tan fuerte tan temprano.

—Hoy puedo ir a buscarte en la moto ardillita, si deseas… —avisó con una sonrisa.

—Me harías un gran favor, no quiero ir sola por la calle. Hoy empiezan las fiestas de la ciudad y puede ser peligroso, mucha gente se queda y se embriagan —el chico solo asintió mientras metía el almuerzo de su amiga en una taza y luego en un pequeño morral.

—Entonces, a las 10 estaré esperándote —susurró.

—Por cierto, ¿podrías preparar un poco de café? Sin azúcar por favor —pidió con una sonrisa.

Aquella petición hizo que su amigo la mirara raro, pero sin chistar ejecutó lo que ella le pedía.

—Muscules, ¿hoy no tienes que trabajar? —preguntó con voz tranquila.

—No, por las fiestas hay vacaciones hasta el 15 de febrero… sabes que algunos alumnos siempre se van de viaje con sus padres.

—Oh, cierto… ¿Y qué harás durante todo ese tiempo?

—No lo sé… hace poco, salí del armario con mi familia y por allá no me quieren ver. Eso es seguro.

—Oye… —susurró—¿por qué no me habías dicho? Lo siento por no estar contigo —mencionó April abrazándolo.

Lo que no dicen del amor PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora