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April aún se encontraba cruzando ese puente, maldecía el momento en el que se le ocurrió la idea de atravesarlo y Alexia por lo visto ya lo había completado

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April aún se encontraba cruzando ese puente, maldecía el momento en el que se le ocurrió la idea de atravesarlo y Alexia por lo visto ya lo había completado.

«Por su culpa seguro que Juan Carlos me reta —pensó—. Que estrés.»

—Que frío, ya casi no siento las piernas… ni las manos —susurró frotando sus manos en busca de calor.

«Uff no, que cansado… —pensó—. ¿Por qué tuve que venir por acá?»

«¡Si! Cómo máximo 30 minutos más y culminó esto, ya me he retrasado demasiado —festejó—. Juan Carlos me va a regañar, ya he tardado 3 horas más de la que nos íbamos a ver.»

Luego de unos cuantos minutos más de camino, April por fin llegó a su destino y se acercó al timbre para poder anunciar su llegada. Se hallaba demasiado nerviosa. No sabía si la recibirían bien en esa casa.

«Juan Carlos estará bastante enojado —pensó—. Me he retrasado casi 4 horas.»

La muchacha se quedó de pie frente a la puerta hasta que un hombre de cabello castaño la recibió.

—¿Cómo estás? Lamento haberte hecho esperar tanto…

—Para ver… ¿Cuál es la excusa de la señorita esta vez? Porque sabes bien que odio a las personas impuntuales…

En ese momento la muchacha quedó en blanco, sabía a la perfección que nada de lo que dijera iba a ser válido.

—No era mi intención… tuve… —trató de explicar. Pero fue interrumpida de forma brusca.

—¿Tuviste que…? Ay vamos April, ¿qué era más importante que venir a ver a tu sobrina? Yo de verdad que no entiendo cómo es que te recomiendan tanto en el área de pediatría —Apenas el hombre se apartó de la puerta April aprovechó para ingresar.

—Nada, solo es que… un pequeño percance —culminó mirando al suelo con vergüenza.

—¿Percance? ¿O es que acaso tuviste flojera de salir de la cama? No duermo hace tres días por estar pendiente de mi hija… estoy preocupado, y quería que la revisaras, que me hicieras al menos ese favor. Acordé una hora contigo y mira cuando apareces —acusó con fastidio.

—De verdad, que no quería llegar tarde, agarré un camino más largo, es que no me acordaba de dónde vivías… y aparte de que no es mi culpa lo de Coraline, no puedes venir todo campante y pagar el coraje conmigo —confesó April.

Ella sabía que ante los oídos de su hermano se estaba excusando. Pero no le diría: hey una hermosa joven me está acosando y me fuí por otro camino para no toparme con ella.

—Si, sé que no es tu culpa… pero todavía me estoy ofreciendo a pagarte por venir y parece que ni así vienes a verla luego de tanto tiempo… Bueno, la habitación de la niña está allá arriba… —aceptó con una mirada relajada.

—¿No me vas a llevar? O sea, primero me regañas por la hora… ¿Y eres así de descortés? —recalcó batiendo sus manos.

—¿Para qué quieres que te lleve? Si ya conoces la casa bastante bien, además tengo que llamar a la niñera de Coraline para que venga… será mejor que te apures porque debo irme a trabajar. Aparte de impuntual, ¿tienes la osadía de venir a pedir que te escolte hasta la habitación de mi hija? Perdón, pero eso ya es pasarse de la mano .

El hombre con justa razón se encontraba enojado. April fue irresponsable y se merecía el reclamo.

«Todo por ese maldito puente —pensó—. ¡Y Alexia la entretuvo demasiado!»

—No es que yo sea atrevida… hace tiempo que no nos vemos, desde la muerte de nuestros padres te distanciaste.

—¿Yo? Te recuerdo que esa fuiste tú, mis padres te dieron la mejor educación posible y bueno… veo que sirvió poco —dijo con un nudo en la garganta —ellos te llamaban siempre. ¿Y la niña que hacía? ¡Les desviaba la llamada!

—Está bien, estuvo mal que ni siquiera te avisara que me iba a atrasar, pero no puedes pagar el coraje conmigo. Y les desviaba la llamada porque me llamaban cuando estaba ocupada.

—¿Ocupada en que? ¿Coger con Ethan? Porque estoy seguro de que eso es lo único que hacías —dijo con cinismo arrepintiéndose al segundo de lo dicho.

—Comó… ¿Cómo sabes de él?

—Mi ex esposa me dejó por ese tipo, que es un desquiciado y lo ví en una foto contigo y ¿qué hacías con él?

La tensión de ambos se podía sentir en el aire aparte que el frío no ayudaba a aminorarla.

—Me dijo que me amaba, que era su conejita, pero no fue verdad… al menos no de una forma linda —respondió con lágrimas.

—Eh…

—Sufrí maltratos por parte de él… ¿Creés que lo pasé bien? No Juan Carlos, viví un infierno a su lado. ¿Sabes dónde lo ví la última vez? En una puta cárcel. Me secuestró durante años y… nadie se dio cuenta —relató con notoria frustración.

A April le dolía contar esa parte de su vida, no estaba orgullosa. Claro que no, pero ya los actos habían dejado consecuencias.

—Yo…

—¿Tú qué? No sabes nada de mi vida, pero claro si el niño solo andaba pendiente de tener celos de una niña a la que sus padres adoptaron —le desagrada que la vieran llorar, pero la situación la rebasaba.

—Ya no quiero…

—¿No quieres que Juan? ¿Escuchar la verdad? Pues ly’ jefigor de todo corazón, pero me tienes harta —hace años que se tenía esas palabras guardadas y se sentía liberada al poder soltarlas.

—Lo siento, ¿si? Solo es estrés. Ve a ver a la niña… por favor.

Lo comprendía. Claro que sí, pero era demasiado injusto lo que estaba haciendo. Sonaba casi cómo si él le estuviera haciendo un favor a ella. Y no, no era así.

—Solo lo hago porque la quiero, pero esto es algo como para irme y no volver —el hombre sin mirarla asintió.

April subió las escaleras con un poco de prisa, tenía un mal presentimiento. Y casi se le sale el corazón cuando ve a su sobrina.

«Madre mía —pensó—. ¿Qué le pasó…?»

Lo que no dicen del amor PGP2024Kde žijí příběhy. Začni objevovat