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En la mañana del 1 de marzo el cielo parecía estar en conflicto con las personas que se encontraban caminando por las calles de la ciudad

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En la mañana del 1 de marzo el cielo parecía estar en conflicto con las personas que se encontraban caminando por las calles de la ciudad. Nevaba como si jamás lo hubiera hecho, aunque para esto, Alexia ya se hallaba en casa de Juan Carlos Maldufes, él no iría a trabajar por la tormenta, aunque cuando ella llegó su plan se vio frustrado por el clima y ahora estaba con Coraline ayudándole con la tarea.

Un poco después, April que se encontraba a  escasos pasos de la morada de su hermano, con rapidez la tempestad le obligó a acortar la distancia que le faltaba.

Tocó el timbre y le abrió Juan Carlos, no se dijeron nada, solo el hombre se apartó para que ella pasara.

—¡Tía! —exclamó la niña.

—Hola mi amor, ¿cómo estás? ¿Te has sentido bien?

En aquel momento, aunque ella no lo quisiera, su mirada terminó cruzando con los iris grises de Alexia, a pesar de que lo negara, sus latidos galopaban cómo un caballo salvaje.

—Ho-Hola… De casualidad, ¿qué hacen?

Coraline no responde ni Alexia tampoco, pero la niña se levantó y corrió en su dirección para mostrarle lo que se encontraba haciendo en la asignatura de filosofía.

—Alex me está ayudando con mis deberes, he realizado varios deberes mira, también tengo que hacer… un ensayo, sobre la historia de Lalun.

«¿Le estará diciendo lo que me contó el otro día?» Pensó. «No creo, ya debe saber cómo es mi hermano, él no permitiría esa educación a Coraline… aunque ella ya conoce algunas cosas de la comunidad LGBT… ¿De dónde las habrá aprendido?»

—Oh, qué linda caligrafía sobrina, ve a seguir en tus tareas.

Por ratos, las miradas entre las dos se hacían más frecuentes, aunque April las intentaba evitarlas a toda costa. La ponía nerviosa (bastante) el simple hecho de saber que Alexia la miraba .

—Listo, Alexia ya he terminado de pintar el dibujo…

—¡Oh! ¡Qué hermoso! Seguro sacas 20…

—¿Me podrías ayudar con mi tarea de Yiuckano? —preguntó Coraline haciendo que pegara un salto.

Por otro lado Alexia, quien se había embelesado observando los traviesos rizos de April. Se le iban a la cara cada cierto tiempo.

—Mmm, no princesa… ahí si no soy buena.

Al escuchar la negativa de su niñera la niña hizo un puchero, al parecer le gustaba que ella la ayudara con sus deberes, en cierto punto daba ternura. Si pudiera con completo gozo le daría una mano. ¿Pero cómo le decías que no?

—Sobrina, ven te ayudo yo… vamos a ver.

«Sabe la lengua, ¡qué lindo! ¿Dónde lo habrá aprendido?» Pensó Alexia.

Lo que no dicen del amor PGP2024Where stories live. Discover now