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Un nuevo amanecer se aproximaba entre las colinas del este, Alexia

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Un nuevo amanecer se aproximaba entre las colinas del este, Alexia. Quien se levantó con el incesante sonido de su alarma, con enojo rebuscó su teléfono en la mesa al lado izquierdo de su cama.

—Maldita alarma, es tan fastidiosa… —masculló.

«¿Dónde está ese aparato?» pensó,
y cuando tuvo el aparato en su mano, apagó el sonido que la molestaba y luego tiró el celular. «Hay hambre ya… Son las 6 AM.»

—¡Maldita sea! No… mi teléfono —farfulló al oír un golpe seco contra una de las paredes lo que hizo que abriera los ojos por el susto.

Al acabar de recoger los pedazos de su móvil roto, realizó su misma rutina de siempre, anoche se había trasnochado pensando en April, aún no quería hablar. Al menos no bien y eso la tuvo frustrada durante toda la noche y madrugada.

—Oh, yo te hacía aún en la cama. Te quedaste hasta tarde despierta. ¿Estás bien? Escuché algo rompiéndose allá arriba.

—Sí, estoy bien. solo que estoy teniendo problemas con el sueño… rompí mi teléfono, es el 5to este mes —respondió acercándose a su primo.

—No estas bien, mañana te traeré alguna medicina para que duermas, ¿pero por qué rompiste el teléfono? —al oír al muchacho expresar aquellas palabras Alexia sonrió.

—Para empezar no he dormido bien, recién me empezó a dar sueño como a la 5 de la mañana.

—Comprensible sin dormir el mal humor es grande… pero pobre celular deberías  aprender a controlar tus arranques de ira.

Luego de unos minutos cuando Manolo estaba sirviendo el desayuno, tomó la leche de almendras y Alexia se sorprendió.

—Es para ti, sé que te gusta mucho esta leche —murmuró con una sonrisa.

—Es divina, no entiendo cómo no te gusta…

—Prefiero la de soya, no es dulce…

—Cierto que no consumes azúcar…

Manolo le había hecho su comida favorita, ya que hace años no se veían por su trabajo en la granja en Freliz.

—¿Cómo es posible que aún la recuerdes? Han pasado ya muchos años desde la última vez que nos vimos.

—No sé, hay muchas cosas que aún recuerdo, a pesar de los años que tenemos sin vernos.

Alexia recordaba todas las locuras y momentos de felicidad que acontecieron al lado de sus primos.

—Mmmm, ¿y esa sonrisa picarona? —dijo mirando a su prima de forma traviesa.

—Me acordé de la vez que junto a Ángelo subimos al árbol de mango de la casa de Marco y salió Andrés a regañarnos.

—Sí, se tomaba bastante en serio su rol de hermano mayor… y primo —mencionó con una sonrisa y la muchacha asintió.

—¿Qué ha sido de él? —preguntó mientras se llevaba a la boca un pedazo de panqueque.

Lo que no dicen del amor PGP2024Where stories live. Discover now