1. Amigas

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Después de un tiempo se hizo claro que Tití, la abuela de mi amiga, no volvería a hablar. Yo me llamo Amalia y Alma era mi mejor amiga desde el colegio y tenía que acompañarla en estos momentos tan difíciles. Como Alma no tenía papás, ella misma tuvo que encargarse de toda la situación. Mi abuelo y yo nos turnábamos para pasar tiempo con ellas para no dejarlas solas. Alma tomó todo de manera muy natural y madura (desde pequeña lo había sido). Ella hablaba poco y hacía mucho.

La casa de Alma, mi amiga, una vez tan bella, ahora parecía la casa del terror, se encontraba sucia, descuidada y abandonada. Alma comenzó a trabajar desde antes de acabar la carrera (era arquitecta) y Tití se encargaba de todo de la casa y de Alma. Ahora que Tití andaba mal, bueno, se notaba.

Después del trabajo fui a visitar a Alma. Me la encontré bastante tranquila, más de lo normal. Cuando le pregunté cómo así se encontraba tan tranquila, me dijo:

— Sabes Amalia, hay que saber escoger las batallas y creo que hoy he escogido una buena—.

Entre el Silencio y las LágrimasWhere stories live. Discover now