2. Nuestras amigas, las estrellas

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Recuerdo muy bien esa noche. Era una de aquellas de mal agüero. Se acercaba el verano,

pero al sentarte al lado de una ventana, no lo hubiera creído. Un viento helado venía desde el

mar, rugía y hacía temblar las ventanas. Era la noche perfecta para quedarse en casa, hacer una

video llamada y después acurrucarse con un libro y una tacita de café. Precisamente eso fue lo

que hicimos.

— 'Los dos hombres aparecieron de la nada, a unas yardas de distancia en un sendero angosto e

iluminado por la luna....' —. Tomé un poco de té mientras escuchaba a Alma leer en voz alta

Las Reliquias de la muerte (la séptima y última entrega del mítico Harry Potter), mientras se mecía

despreocupadamente en la silla. Estábamos en el cuarto de Tití. Alma, debajo de una lámpara

que iluminaba parcialmente su cara, tenía un aura misterioso. Perfecta para un narrador de cuentos.

La voz de Alma nos ensimismaba en la búsqueda de Voldemort para vencer la muerte, esa

búsqueda, tema de tantos libros y capaz de este ...

—Uyyy, me tengo que ir— dije de golpe. Los ojos de Alma estaban llenos de cansancio, pero

yo, con tanto estrés encima (era nueva en el trabajo y no la pasaba bien), no noté las ojeras que

delineaban la parte inferior de sus ojos.

—Tengo que regresar a casa para ayudar a los gemelos a empacar. Se van de viaje con mis padres

mañana— conté.

— Que pena, pero no importa, nos vemos mañana, aparte Tití ya se durmió— contestó Alma.

—Sí, chau. ¡Nos vemos!—.

Nuestro abrazo duró una fracción de segundo más de lo normal. Quedamos en que mañana

volvería a venir y si la tía de Alma venía a pasar la noche, hasta podríamos salir a comer helados,

cosa que no hacíamos hace mucho tiempo.

Entre el Silencio y las LágrimasWhere stories live. Discover now