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Emma se retocaba el pintalabios frente al espejo mientras Pansy se quitaba una y otra vez arrugas inexistentes de su vestido y Daphne se peinaba dos mechones que enmarcaban su rostro.

La pelirroja se dirigió al espejo de cuerpo entero que había en el armario de Parkinson.

—¿Vamos bien de tiempo? —preguntó la ojiazul, con voz tranquila a pesar de sus nervios.

Weasley observó su vestido con detenimiento, acción que llevaba dos horas haciendo.

Era precioso, tan largo que incluso se podría tropezar con él, con un escote asimétrico que combinaba perfectamente con su medio recogido y las ondas que una Slytherin de quinto año se había encargado de hacer a varias compañeras.

El color azul marino del vestido combinaba perfectamente con su cabellera naranja y sus ojos azules, en ese momento enmarcados por sus preciosas y largas pestañas.

Dejó el brillo de labios en su tocador, fijándose en el color de labios tan bonito que Daphne había elegido para ella, un color nude algo rosado que resaltaba aún más el vestido, pero que no se opacaba gracias al brillo que había decidido añadir.

Por no hablar de los elegantes pendientes color plata que favorecían sus rasgos.

Sonrío, conforme.

—Pasame el brillo que has usado, Emma —le pidió Daphne, sacándola de su burbuja.

La nombrada se giró hacía su amiga, quien tenía un pequeño bolso en la mano, el cual parecía querer rellenar con maquillaje.

—Es por si necesitas retocartelo —explicó la rubia, paseando el bolso color plata por toda la habitación, guardando los pintalabios de cada una de ellas por si lo necesitaban.

—¿Vas a llevar bolso? Nuestra habitación está a diez metros del baile —cuestionó Emma, sujetándose a su cama para no caerse por culpa de los tacones, que ni siquiera eran tan altos.

—El bolso no tiene que ser útil, es un complemento —explicó Pansy, dejando un pequeño frasco de colonia dentro del bolso de su amiga.

Emma observó a sus amigas, se veían tan bien que estaba segura de que en cuanto subieran a la Sala Común sus acompañantes —y el resto de chicos— no les quitarían los ojos de encima.

En cierto modo, la imagen era cómica, probablemente porque se veían como polos opuestos.

Daphne llevaba un vestido de sirena, negro y liso, llevaba una pequeña raja junto a la pierna derecha que le daba un toque más juvenil.

Su rubia melena estaba recogida en un moño alto perfectamente peinado, con dos finos mechones ondulados que enmarcaban su rostro, maquillado discreta y elegantemente con tonos neutros.

Por otro lado, Pansy llevaba un vestido rojo, con un escote de dama de honor bordado con encaje.

La raja del vestido, en su caso, estaba en el lado opuesto y llegaba hasta unos veinticinco centímetros por encima de la rodilla, sus bordes también tenían ese encaje rojo oscuro con mezcla de negro.

Y su maquillaje llevaba dorado y rojo.

Pero cada una tenía su estilo, y les quedaba genial.

—¿Vamos ya? —preguntó la pelinegra, revisando las uñas largas y almendradas que una compañera de Slytherin le había hecho.

Y es que Emma había descubierto que las chicas en Slytherin estaban más que unidas, aunque a veces eran frías, siempre que se necesitaran las unas a las otras, estaban allí.

Lo habían demostrado, de eso no cabe duda, ya que toda esa semana había un calendario en la entrada de los dormitorios de las chicas, con el nombre de las alumnas de segundo que pintaban las uñas y en qué habitaciones encontrarlas, también el nombre de chicas que estaban decididas a revender sus vestidos, o las de tercero, que estaban dispuestas a hacer cualquier peinado.

𝗲𝗻𝗶𝗴𝗺𝗮 !¡ 𝗲𝗺𝗺𝗮 𝘄𝗲𝗮𝘀𝗹𝗲𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora