Prólogo

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Esta obra es ficticia. Cualquier similitud con personas o entidades, reales o imaginarias, es pura coincidencia. Incluye temáticas LGBTTTIQ+, se aconseja discreción al lector.

Ellas eran las chicas más hermosas de su generación, pero que las apariencias no te engañen, para nada eran huecas, todo lo contrario, eran inteligentes y de personalidades agradables. Betty, con su cabello negro y ondulado, su cara redondeada y un cuerpo de proporciones adecuadas era el sueño de muchos chicos, pero la realidad es que la masculinidad no le resultaba atractiva; Sam, aunque con gustos de corte atlético, no por eso descuidaba su apariencia, aunque esa actividad física era como medio de desahogo por las vivencias que sufrió con su abusivo padre, quien, para fortuna de ella, ya no formaba parte de su vida desde hacía tiempo; y Tamara, joven prodigio de la tecnología, teniendo entre sus pasatiempos el mirar por horas tutoriales de belleza para replicarlos, siendo que era muy tímida, aun siendo tan segura de su linda apariencia.

Desde que entraron a la secundaria ellas se volvieron muy unidas, no despreciaban a los hombres, pero les resultaba incomprensible la actitud masculina que se esperaba de ellos: las burlas, los golpes, cierta falta de higiene... No, que ellas supieran nunca se consideraron lesbianas, pero se sentían más cómodas en un ambiente de feminidad. Siendo así, un día se les ocurrió una idea interesante: atraer a ese mundo a un chico y mostrarle las hermosas maravillas que le ofrecería. Sin duda eran unas adolescentes idealistas.

Una vez teniendo esa idea en mente, quedaría por ver quién sería el candidato adecuado. Uno de los chicos obsesionados por el fútbol no sería la mejor opción: si bien su belleza lo atraería fácilmente, seguramente sería demasiado renuente como para ser la primera persona con quien lo intentaran, tal vez con más experiencia lo intentarían. El chico gay de la clase sería algo muy cliché, además de que no sabían que tan afeminado fuera para empezar, no, quizá él solo se encargaría de su feminidad después... Poco a poco fueron analizando y agotando sus opciones, hasta que se dieron cuenta que el chico ideal era más cercano a ellas de lo que se habían percatado. Emiliano era un chico bastante inteligente, de hecho, compañero de equipo de ellas en muchas actividades, quien se mantenía en forma practicando ocasionalmente atletismo y que sabían que sentía atracción por las 3, si bien eso no ocasionaba que las tratara de forma incómoda o titubeante; siendo alguien que además no tenía facciones demasiado masculinas y que era pulcro. Sí, él era sin duda el indicado.

Ellassabían que debían ir con cautela con su amigo, ya que no querrían asustarlo. Seles ocurrió que, ya que trabajaban constantemente con él, podrían unirlopaulatinamente a sus actividades femeninas, haciendo que se sintiera cómodo y,a la vez, experimentando curiosidad acerca de ellas. Comenzaron su planinvitándolo a sentarse más con ellas en clase, argumentando que, finalmente,debían reunirse seguido para realizar sus tareas. De forma muy sutil,ocasionalmente le preguntaban su opinión sobre qué accesorios les sentabanmejor o qué opinaba del tono de algún labial o barniz de uñas. Aunque Emi,sobrenombre con el que comenzaron a llamarlo, al principio sentía un poco deincomodidad en las preguntas que sus ahora amigas le hacían, al no detectarmalicia en ellas comenzó a ser más abierto en sus opiniones, sorprendiendoocasionalmente a las chicas con algunas de sus sugerencias. Aparentemente elplan podría funcionar.

Uno de ellasWhere stories live. Discover now