Capítulo 9

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El sábado la reunión sería en casa de Tamara. Emily estaba algo ansiosa por mostrarle a sus amigas la adición que su madre decidió hacer el día anterior. Ella se maquilló desde antes de salir de casa, esta vez incluyendo sombra de ojos y delineador, y su madre entró a su habitación justo cuando se estaba pintando los labios de un tenue rojo, quedando perpleja al ver a su "único hijo" cada vez parecerse más a una mujer. Visiblemente molesta, la madre de Emily le recriminó su arreglo, a lo que su hija le argumentó que no le estaba haciendo daño a nadie y tampoco influía en su orientación sexual. Tratando de ser comprensiva con su hija, únicamente le reiteró su trato, "Recuerda entonces, si quieres seguir con ello, entonces será bajo mis términos, y al primer momento que no te parezca, entonces definitivamente tendrás prohibido todo... eso que has estado haciendo, y tampoco podrás seguir viendo a esas niñas. Quién iba a pensar que iban a ser tan mala influencia". Emily en ese momento enfureció al sólo imaginar la idea de perder a sus amigas, pero no quiso meterse en más problemas con su madre; conteniendo las lágrimas, terminó su arregló y decidió salir un poco más temprano de lo usual, sabiendo que necesitaría el tiempo extra. Se despidió de su madre y se dirigió a ver a las tres chicas.

Emily llegó apenas un poco más tarde de lo que esperaba a casa de Tamara, afortunadamente sin ningún incidente, salvo por algunos comentarios que oyó a la distancia. Ahí sería recibida una vez más por la madre de Tamara, quien quedaría asombrada al ver la nueva apariencia de "Emi".

-Buenas tardes. – saludó Emily – vengo a ver a Tamara.

-¿Quién le busca...? – dijo al principio, sin reconocer a la persona que tenía enfrente, para continuar después de haberse dado cuenta de quién era – ¡Oh, Emi! Por un segundo no te reconocí, te ves muy bien, ese tono de labial en serio te sienta. ¡¿Y te perforaste las orejas?! Qué bueno que te animaste, esos aretes tan bonitos te quedan muy lindos. ¡Y tus zapatos son hermosos!

-Muchas gracias, señora. Betty me regaló los aretes por mi cumpleaños, y los zapatos me los acaba de comprar mi mamá.

-No hay de qué, y qué buen gusto el de las dos. Pero no te quedes afuera, pasa. Tus amigas ya están también aquí.

Al invitarla a pasar, la mamá de Tamara llamó a esta inmediatamente, bajando ella, Betty y Sam rápidamente para recibir a su amiga. Cuando fueron a recibirla se llevaron otra sorpresa bastante grande: Emily estaba usando tacones, más específicamente unas sandalias de terciopelo negro de correas gruesas y con soporte para el tobillo, con un tacón de 8 cm. Las tres quedaron fascinadas por la revelación, tomándola de las manos y llevándola a la habitación de Tamara rápidamente; "Oigan, no tan rápido, apenas estoy aprendiendo a caminar con estos zapatos", fue lo único que alcanzó a oír la mamá de la emocionada joven antes de retirarse con sus amigas.

Mientras Betty y Tamara se concentraban en su manicura, Emily les contó que esa fue la nueva adición de su madre: el día anterior, tras la escuela, ella la llevó a un centro comercial, yendo de zapatería en zapatería, comprándole una gran variedad de zapatos, todos con tacón de no menos de 5 cm. "Mi castigo ahora va a ser usar zapatos de tacón en todo momento. De hecho, ya no tengo zapatos de piso, mi mamá me los retiró todos". Sus amigas quedaron intrigadas con la revelación, siendo que parecía algo excesivo. Emily entonces les preguntó algo bastante importante, quería saber si le podían enseñar a caminar en tacones; la vez pasada que los había usado, cuando la vistieron con ropas femeninas por primera vez, apenas había dado unos pasos, pero ahora que los usaría permanentemente necesitaría aprender a usarlos, siendo que incluso en el camino estuvo a punto de caerse. Obviamente las chicas aceptaron, pero primero debían terminar de arreglarle las uñas.

Para ese día, las uñas de Emily ya medían poco más de medio centímetro, siendo notablemente largas. Tamara se encargó de redondearlas para darles un aspecto elegante, posteriormente Betty escogería un barniz rojo para su amiga, el cual iría muy bien con el labial y la playera que usaba. Emily entonces les pidió que la dejaran intentar pintarse las uñas ella misma; la realidad era que ella no era muy buena en ese aspecto, teniendo que corregirla varias veces, hasta que por fin logró un aspecto aceptable. Tamara le regalaría entonces varios barnices para que pudiese practicar.

Una vez que quedaron listas sus uñas, las cuatro se aplicaron de nuevo mascarillas. Mientras estas secaban, Sam comenzó a darle lecciones a Emily sobre cómo caminar en tacones, desde acortar sus pasos, el colocar un pie ligeramente delante del otro, hasta el contoneo de la cadera y los brazos. Para el momento que pararon para limpiarse las mascarillas, Emily estaba bastante cansada y adolorida de los pies. "Bueno, parece que esto sí es un castigo", dijo Sam con cierto tono de ironía.

La madre de Tamara les llevó a las cuatro unos cuantos bocadillos cuando ellas se disponían a aplicar su maquillaje. Su vista inmediatamente se dirigió a Emily, ofreciéndole nuevamente arreglar sus cejas y aplicar la luz pulsada, lo cual aceptó inmediatamente. La señora entonces recibió una petición no tan inesperada de "Emi", quien le pidió si podía dar a sus cejas una apariencia un poco más femenina.

-¿Estás seguro, Emi? Las cejas tardan en crecer, no es algo que se deshaga tan fácil.

-Sí, estoy segura – respondió Emily, sin darse cuenta de que se había referido a sí misma en femenino.

-¿"Segura"? ¿Por qué hablas de ti en femenino?

-...la verdad es que, desde que empecé a usar maquillaje me siento mejor conmigo, como si algo se hubiera desbloqueado en mí, me siento en paz. Y luego está el que ellas tres me acepten y me dejen pasar tanto tiempo con ellas, haciendo lo mismo que hacen, contándonos cosas, riendo y llorando con ellas... Creo que últimamente me siento más mujer que hombre...

-Ah, ya entiendo. Bueno, creo que era esperado, después de verte desde la vez pasada hasta ahora. Descuida, linda, aquí nadie te juzgará, y bienvenida... Eh, ¿cómo debería llamarte?

-Emily, me llamo Emily.

-Bienvenida, Emily.

Y, sin decir más, la madre de Tamara se puso manos a la obra. En unos cuantos minutos las cejas de Emily pasaron a lucir más delgadas y con un delicado arco, muy apropiado para una adolescente. Posteriormente aplicaría la luz pulsada una vez más en su cada vez más escasa barba y bigote. Al final también se ofreció a despuntarle el cabello, que ya se mostraba más largo de lo que la chica lo había usado siempre, recibiendo un lindo corte pixie. Mientras Emily se maquillaba tras los procedimientos, la señora le ofreció un descuento en la clínica de belleza donde ella trabajaba para cuando decidiera depilarse el resto del cuerpo, diciéndole "Las chicas como tú siempre son bienvenidas".

Tras terminar de maquillarse las cuatro, el entrenamiento de Emily continuó. Sus amigas resultaron ser instructoras implacables para enseñarle a usar zapatos con tacón. A cada momento le hacían notar ciertos detalles que no les gustaban. Tamara se calzó también tacones para mostrarle la técnica correcta, lo cual le ayudó mucho a Emily para mejorar. La mamá de la anfitriona incluso se asomó a observar un par de veces el entrenamiento que llevaban a cabo, quedando maravillada tanto por lo buenas amigas que eran esas tres chicas con Emily como con lo rápido que esta última absorbía la técnica. Al final del día, los pies de Emily la estaban matando, pero era indudable que su caminar había mejorado muchísimo. Cuando ella se retiraba, Betty, Sam, Tamara y la mamá de esta la despidieron en la puerta, observando mientras se retiraba el contoneo de caderas tan femenino que había adquirido.

Al inicio de la siguiente semana, la misma rutina de Emily en la escuela se repitió, comenzando ella a llegar ya maquillada, únicamente omitiendo la sombra de ojos y el delineador, y con el labial de tono semejante a sus labios. Sus amigas notaron que se veía más alta de lo usual, contándoles ella que sus botas, además del pequeño tacón externo, usual en ese calzado, tenían uno interno; sí, cuando su mamá dijo que sólo usaría tacones, hablaba muy en serio. "¿Y cómo harás para hacer deportes?", preguntó Sam, obteniendo por respuesta que también le habían comprado tenis de tacón corrido.

Víctor,el chico que no había parado de burlarse de Emily, también seguía en lasmismas, insultándola a cada oportunidad que se le presentaba, siendo Emilydefendida por sus amigas. Aun así, a cada momento que se le presentaba, aprovechabapara proferirle algún insulto homofóbico o para "chocar" contra ella cuandocaminaba por algún pasillo. La situación empezaba a complicarse, peroprefirieron no involucrar a las autoridades escolares, temiendo que Emily seasancionada por usar maquillaje, pues estaba registrada todavía como un chico.Sería mejor ignorarlo, con miras a que se cansara y cesara el acoso.

Uno de ellasWhere stories live. Discover now