Capítulo 10

390 11 5
                                    

Hacía mediados de octubre comenzaron los preparativos para la fiesta de disfraces que se realizaría el último día de ese mes. Tras una breve conversación, se decidió que el evento se realizaría en un salón externo a la escuela, esto debido a un incidente con bebidas alcohólicas que se presentó en la escuela el año anterior. Las amigas de Emily estaban emocionadas por ello, habiendo preparado sus disfraces desde hace meses, no así ella, quien usualmente no se sentía cómoda en sitios concurridos, además del hecho de que no tenía nada planeado para la ocasión.

-Entonces, Emily, ¿qué planeaste para la fiesta? – preguntó Tamara

-La verdad es que nada. Las fiestas no me gustan mucho.

-No seas tan aguada – dijo Sam – Vamos a divertirnos juntas un rato.

-No sé, no se me dan esos ambientes.

-No te preocupes – continuó Betty – vamos a estar las cuatro juntas. Será divertido.

-Ah... - respondió Emily, haciendo un puchero – Bueno, está bien, pero déjenme pensar un momento qué usaré, no tengo nada preparado.

Por un par de días, Emily se dedicó a buscar qué atuendo usaría. No quería que fuera algo tan cliché, como un fantasma o zombie, y tampoco se sentía lo suficientemente lista para usar algo más sensual. Por un momento contempló hacer un cosplay, ya que siempre había sido fanática del anime y los videojuegos, pero el tiempo estaba en su contra, no terminaría los accesorios para la fiesta, y no estaba dispuesta a hacer un esfuerzo a medias, siendo que se consideraba una perfeccionista. A punto de rendirse, por fin dio con una página que mostraba atuendos que, aunque no eran un disfraz, reflejaban perfectamente el cómo se había comentado a sentir; además, había una tienda relativamente cerca que tenía lo necesario para su atuendo.

-¡Quiero convertirme en una lolita! – dijo Emily, emocionada, a sus amigas.

-¿Qué es eso...? – preguntó Betty, genuinamente intrigada por la declaración de su amiga

-¡¿Te quieres acostar con hombres mayores?! – comentó Sam, completamente ajena a aquello que se refería Emily.

-Chicas, chicas... - interrumpió Tamara, que sí sabía a qué se refiere el término – no es nada de eso. El lolita es un estilo de vestimenta que se basa en los vestidos de la era victoriana, con un toque un tanto moderno.

-Sí, justo eso – continuó Emily, aliviada de que Tamara sí supiera sobre esa moda – Estaba buscando qué podría usar para la fiesta, y la verdad es que nada de lo que se podría llamar "convencional" me convence; buscaba algunos cosplays que hubiera querido usar, pero los accesorios no llegarán a tiempo y tampoco puedo hacerlos, entonces fue que me topé con esos vestidos tan hermosos, y me dije que definitivamente quiero usar algo así. Son vestidos con muchos holanes y encaje, con un petticoat o enagua que abomba la falda... Son realmente divinos.

-Y hay en muchísimos estilos: hay algunos que son muy apegados al estilo antiguo que los inspira, otros con detalles más modernos y en tonos pastel, otros son así, súper girly, algunos más se inspiran en el estilo gótico...

-¡Así es! Y justo en algo así pensé. Por eso quiero pedirles su ayuda. ¿Me acompañan a ver la tienda que encontré en Internet este fin de semana? Es por el centro.

-No necesitas ni preguntar – respondió Sam – Por supuesto que sí.

-Además nos aseguraremos de que te veas fabulosa – complementó Betty – así que te daremos nuestra más honesta opinión.

-Pero sí sabes lo que puede costar uno solo de esos vestidos, ¿verdad? – interrumpió Tamara – Son bastante caros.

-Sí, lo sé. Tengo algo de dinero ahorrado entre mi mesada y algunos trabajos que he hecho. No tenía ningún plan para ello, así que puedo usarlo.

El resto de la semana Emily se dedicó a prepararse para ir de compras de nuevo. Principalmente necesitaba ocuparse de su vello corporal, siendo que sería la primera vez que usaría falda en público. Aceptando la oferta de la madre de Tamara, acudió el jueves al spa para una depilación completa. La mamá de la chica pidió a otra de las empleadas, que sabría ser discreta, dado que Emily había nacido varón y era menor de edad, que la ayudara con el procedimiento. Cabe decir que fue sumamente doloroso para la adolescente, siendo que nunca había sido depilada con cera, pero el objetivo se cumplió: aunque ella nunca había tenido mucho vello, sí que estaba presente y de forma notoria, pero ahora sus brazos, piernas y abdomen lucían completamente lisos y tersos; de no ser por el bulto en su pantaleta nadie sospecharía de su sexo.

El sábado, Emily despertó temprano, tomó un baño, pintó sus uñas, una habilidad que cada vez perfeccionaba más, y se dispuso a vestirse, disponiendo en primer lugar un conjunto de lencería negra con un delicado encaje. Se colocó su pantaleta, y el momento en el que Emily comenzaba a abrochar su brasier, su mamá ingresó de nuevo a su habitación.

-No entiendo para que te pones eso, si no tienes pechos que sostener.

-La verdad tampoco yo estoy seguro del por qué – ella aún no usaba pronombres femeninos frente a su madre – pero me hace sentir cierta seguridad.

-Bueno, no te mentiré, entiendo a qué te refieres, mis primeros brasieres me hacían sentir lo mismo – decía la mamá de Emily mientras su hija se ponía una playera polo azul marino.

-Es como un abrazo, ¿no crees?

-Sí, en cierta forma lo es. ¿Y tú escogiste esa ropa interior al comprarla?

-No, mis amigas la escogieron por mí.

-Agh... Esas niñas. Admito que tienen buen gusto, pero sigo sin entender por qué te compraron eso – para este momento, Emily ya se había puesto unos jeans de corte slim y se disponía a maquillarse - ¿Y hasta ahora qué te ha parecido usar aretes?

-La verdad nunca había pensado en perforarme las orejas, pero al final terminó gustándome mucho cómo se me ven.

-¿Ah, sí? Entonces hay que hacerte luego más hoyitos en tus orejas. A las chicas de tu edad les gusta decorarse las orejas con varios aretes.

-No lo sé, ¿no es demasiado?

-¿Eso crees? ¿Y aun así te perforaste el ombligo sin mi permiso?

-No fue así. Bueno, sí, pero no por esa razón. Querían algo para representar nuestra amistad. No quería que pensaran que ya no quería ser su amigo o que se sintieran heridas.

-Y seguramente no podían comprar una pulsera o un dije, ¿eh? No te das cuenta, están jugando contigo, están haciéndote quedar en ridículo.

-No es cierto, ellas no son así – dijo visiblemente molesta Emily, después de un breve e incómodo silencio.

-Pues tú sabrás entonces, sigue con tus joterías – dijo mientras le arrebataba un labial rojo de sus manos para pintarle ella misma los labios – No lo vas a entender si te prohíbo las cosas, así que dejaré que la vida se encargue de ello. Ya me lo agradecerás luego.

-Mamá, ya te dije que no le hago daño a nadie. Y, además, me gustan las mujeres, no los hombres.

-¡Te estás haciendo daño a ti mismo! ¡Y eso dices ahora, al rato te van a buscar un novio! Y habrá de dos opciones: o te va a dar una paliza cuando sepa de ti o te va a querer coger a cada momento. Cualquiera de las dos me repugna, pero, por tu bien, espero sea la segunda.

-¿De qué rayos hablas, mamá? Nada de eso tiene algo que ver conmigo.

-Eso es lo que crees. Ya te acordarás de mí cuando estés mamando tu primer pene. Es lo que las mujeres hacemos, y ya que quieres verte como una mujer, más vale que aprendas a hacerlo. Pero mejor cambiemos de tema ya – comentó mientras le pasaba unos zapatos tipo Mary Jane color crema con un tacón de 8 cm - ¿Qué tal vas con los tacones? Hoy usarás estos.

-Aún me cuesta un poco usarlos, y después de un tiempo me duelen los pies.

-Ya te acostumbrarás, ya te acostumbrarás.

Emilyse calzó sus zapatos y se retiró rumbo a casa de Betty, molesta con la actitudde su madre, pero con sus comentarios resonando en su mente.

Uno de ellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora