Te debo mi vida #2

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— ¿Perro faldero? — Bromeó, cerrando la puerta de la entrada principal de su apartamento. — ¿Bromeas, no? 

Jimin permaneció de pie junto a uno de los sillones, en silencio. Ella lo miró con los ojos entrecerrados.

— ¿No te parece algo despectivo que te refieres así... — Movió las manos en su dirección. — a ti mismo? — Las orejas de Jimin se movieron. 

— Soy algo cómo un perro, ¿No? — La siguió con la mirada por la sala, viéndola quitarse la cazadora. 

— No. — Le respondió, atándose los cabellos en una coleta alta. — Eres un lobo. 

— ¿Cuál es la diferencia? — Ella suspiró, negando suavemente. 

— Traeré el botiquín para curar tus heridas. — Jimin volvió a mover las orejas, seguía con las manos tras la espalda. — Puedes sentarte. 

***

— ¿De dónde eres? — Preguntó ella, limpiándose las manos con alcohol. — No pareces de por aquí. 

— Soy Jimin. — Le sonrió. Ella rio con suavidad, destapando algunas gazas. 

— Olvide preguntar por tu nombre. — Le alzó la barbilla con suavidad. — Arderá un poco. 

Jimin permaneció quieto, sintiendo pequeñas punzadas de ardor bajarle por el cuello cada vez que ella presionaba el algodón con medicamento sobre sus heridas.

— Soy de Busan. — Cerró los ojos cuando ella limpió una gran cortada que tenía en una de las clavículas. — En Corea del sur. 

— Estás muy lejos de casa. — Se alejó, buscando otro algodón. — ¿Cómo terminaste aquí? 

Jimin suspiró. 

— Supongo que... — Guardó silencio un momento, pensando que decir. — no me levanté con el pie derecho esa mañana. — Ella lo miró con el ceño levemente fruncido. — Fue en una fiesta.

— ¿Cómo llegaste a Yoongi? — Lo sintió estremecerse por el recuerdo. 

— Pasé por muchas manos. — Ella terminó de limpiarle las heridas de las manos y alzó la cabeza para verlo. — hasta que llegue a aquí. 

Ella carraspeó. 

— ¿Puedes quitarte la camisa? — Jimin se levantó del sillón, deslizándose la camisa por la cabeza. — Quisiera saber si tienes más heri...

Ella se levantó también, tomándolo del brazo, haciéndolo girar. 

Tenía una marca, aún a medio sanar, en uno de los costados de la espalda. Cómo la marcación de un bobino. 

— Me la hicieron antes de traerme aquí. — Dijo antes de que ella pudiera decir algo. — ¿No se quitará verdad? — Se dio la vuelta, viéndola. 

Ella permaneció en silencio unos instantes, mirándolo, sin saber qué decir.

— No. — Susurró. — Te traeré un abrigo. 

Jimin permaneció de pie, sintiendo un leve hormigueo subirle por las piernas. 

— Creo que este te servirá. — Volvió rápidamente, ofreciéndole un gran abrigo negro tejido. 

— Te lo agradezco. — Ella lo contempló vestirse, viendo de nuevo la marca en su espalda. 

— Te marcaron cómo ha ganado. — Gruñó. 

Jimin sonrió, acomodándose el abrigo. 

— Más bien, cómo un perro ovejero. — Respondió. 






One shots -Jimin- (Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora