Solo hazlo.

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Se movió por la habitación, quitándose con algo de esfuerzo la camisa. 

— No se ve muy bien. — Torció los labios, viéndose la herida de la espalda. Bajó la vista, viéndose el abdomen. — No se ven nada bien. 

Suspiró, sintiendo un fuerte ardor recorrerle la piel.

 — Lo sabía. 

Ella se giró, sobresaltada. 

— ¿Qué haces aquí? — Lo fulminó con la mirada, tomando de nuevo la camisa para cubrir su cuerpo. — ¿Me seguiste? 

— Sé donde guardas la llave de repuesto. — Respondió Jimin, recostado sobre el marco de la puerta. — Y sí, te seguí. 

Ella gruñó, empujándolo fuera de la habitación. 

— Lárgate. — Siguió empujándolo hasta la sala. — No quiero que... — Un pinchazo le recorrió la espalda. — estés aquí. — Jadeó. 

Jimin alzó las manos, girándose para verla. 

— Está bien, está bien. — Ella retrocedió, sentándose en el sillón, dolorida. — Me iré cuando te curé las heridas. 

Ella frunció el ceño, levantándose a tientas del sillón. 

— ¿Curármelas... — Se pasó una mano por la cara, enojada. — Lárgate, Jimin. — Repitió, entre dientes. — No voy a... — Se llevó las manos al abdomen. — Solo vete. 

Caminó encovada por el pasillo, camino a la habitación, sintiendo un terrible dolor traspasarle el cuerpo. 

Jimin la siguió con la mirada, viéndola doblar por el pasillo. 

— Tonta. — Murmuró, comenzando a caminar hacia su habitación. 

— Jimin, te juro que...

— Cállate y acuéstate. — Ella lo miró con el ceño fruncido. Jimin se acercó, tomándola suavemente del brazo hacia la cama. 

— No pedí tu ayuda. 

Jimin caminó al baño, buscando alcohol y toallas gruesas. 

— No me importa. — La señaló. — Si no te acuestas, voy a tener que noquearte. — Ella tensó los labios. 

— No puedo acostarme, genio. — Se deslizó la camisa por los brazos. — tengo una aquí atrás. 

Jimin suspiró. 

— Bueno, solo inclínate. — Ella rodó los ojos, inclinándose hacia atrás, vislumbrando su abdomen húmedo por el sudor que le resbalaba por el sujetador. — Dolerá. — Alzó la vista para verla. — Mucho. 

Solo hazlo. 

— Puedes gritar si no lo soportas. — La oyó bufar. Mojo las toallas en alcohol y comenzó a limpiar la herida que le surcaba las costillas. Ella se movió levemente, sintiendo el molesto dolor subirle por las extremidades. 

— Mierda. — Gruñó, apretando las sabanas bajo sus manos. Jimin la miró un instante. 

— No sé cómo puedes soportar esto. — Ella apretó los labios. — ¿Cómo ibas a curar la herida de la espalda? — Ella respiró pesadamente. 

— Ya me las arreglaría. — Respondió. — No necesito de nadie. — Bramó. 

— Vaya que no necesitas a nadie. — Susurró, terminando de limpiar su herida. — Date la vuelta. 

Ella se giró, sentada aún al borde de la cama. 

— Solo... termina rápido para que puedas irte. — Jimin sonrió, aprovechando que no podía verlo.

Se inclinó sobre ella, cuidando de no tocar su herida. Ella ladeó la cabeza, sentía su respiración en el cuello. A pesar de estar herida, su piel se erizó. 

— ¿De verdad quieres que me vaya? — Susurró, tomándola de la nuca. — Sé que no lo dices en serio. — Jimin le levantó la barbilla. — Si realmente no me quisieras aquí, dejarías de ocultar la llave bajo la alfombra. 

— ¿Estás delirando, Jimin? — Lo sintió sonreír sobre su hombro. 

— ¿Y si la que delira eres tú? — Siseó. — Cálmate, no estoy aquí para hacerte daño. — Volvió a sonreír. — Solo quiero ayudarte. 

Volvió a alejarse, dejándola con una incómoda sensación. 

Empapó otra toalla y la pasó por la herida. 

— Jimin, para. — El castaño la miró con la toalla roja de su sangre seca. — Dame un momento, es... Muy incómodo. 

— ¿Estás mareada? — Se sentó a su lado, alzándole la cara, tomándola de la barbilla. — Porque podrías desmayarte. 

Ella le palmeó la mano, moviendo la cara. 

— Estoy bien. 

Jimin volvió a tomarla de la cara, esta vez desde las mejillas, apretándoselas. 

— Tienes las pupilas dilatadas. — Ella se sonrojó, Jimin la miraba fijamente, sentía su respiración sobre la nariz. — Te pusiste roja. — Le sonrió. 

Ella arrugó la nariz, moviendo la cabeza, intentando zafarse. 

— Suéltame. — Jimin le apretó más las mejillas. — Jimin, no es divertido. 

— De hecho, sí lo es. 

Estampó sus labios contra los de ella, dejándola sin aliento, inhibiéndola momentáneamente del dolor. 




 





One shots -Jimin- (Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora