Estaré bien.

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— No podrás salir al escenario así. — Jimin levantó la mirada del suelo, viéndola cruzada de brazos. — Lo sabes, Jimin. — Se pasó una mano por los cabellos. — No deberías... 

El rubio la interrumpió, intentando levantarse con algo de esfuerzo del sillón. 

— Debo hacerlo. — Murmuró. — No puedo quedarme aquí. 

Ella lo tomó del brazo, obligándolo a frenar en seco. Inconscientemente, él se sostuvo de su brazo por el dolor que le abrazaba la pierna. 

— Mírate. — Se oía enojada. Jimin no quiso levantar la mirada para verla a los ojos. — Ni siquiera puedes mantener en pie. — Giró su cabeza, mirándolo. — Jimin. 

Lo vio tragar saliva, sintiendo cómo le apretaba aún más el brazo. Ella suspiró. Él no levantó la mirada. 

— Tengo que hacerlo. — Se mordió los labios, nervioso. 

Ella dio un paso suave, incitándolo a que retrocediera para sentarse de nuevo en el sillón. 

— Tus músculos están muy tensos. — Le levantó la pierna izquierda, sintiéndolo temblar. — No puedes simplemente ignorarlo. — Movió sus pulgares con suavidad sobre la piel de sus rodillas. Jimin se dejó caer en la espalda del sillón, resoplando. — Estás teniendo de nuevo una contractura. — Alzó la vista para verlo. — No puedes sobre esforzarte más. 

Jimin se mordió el labio inferior cuando comenzó a masajearlo más fuerte. Sentía pinchazos recorrerle la parte trasera de la pierna. 

— Lo sé. — Jadeó. — Pero... — Se dejó caer hacia adelante, respirando con pesadez, mirándola tras los cabellos que le caían sobre la cara. — Tiene que haber una solución. 

Ella alzó la mirada, parando sus dedos aun sobre su piel. 

— No está vez, Jimin. 

El rubio suspiró, afligido. 

— ¿Estás enfadada? — Murmuró. 

Ella permaneció en silencio unos segundos, apretando una venda al rededor de la rodilla de Jimin. 

— No... — Terminó de sujetar la venda con un clip de plástico, asegurándose de haberla puesto bien. — No estoy enfadada, Jimin. 

Él hizo un pequeño puchero. 

— Sigues llamándome Jimin. — Ella alzó la mirada, aún arrodillada con las manos sobre su rodilla vendada.  

— Park Jimin. — Él entrecerró los ojos, encorvándose, acercando su cara a la de ella. — Es tu nombre, tus padres lo eligieron. 

Él negó suavemente. 

— No sueles llamarme así. — Alargó la mano, acariciándole la mejilla. — ¿Estás enfadada por qué estoy... 

— Porque eres necio. — Lo interrumpió. — Será peor si das el show. 

Jimin sonrió a medias y se acercó a ella, rozando sus labios. 

Estaré bien. — Susurró antes de unir sus bocas. 

Ella suspiró contra sus mejillas, saboreándolo, abriendo sus labios para recibir la calidez del rubio. 

Terminó por levantarse un poco sobre sus rodillas, sonrosada, mordiéndole los labios. Jimin sonrió contra sus labios, separándose un poco. 

— Ya no pareces enfadada... — Ella sonrió. 

— Cállate, Jimin. — Aplastó sus labios contra los de él, arrancándole una risita. 

Mientras se besaban y sentía a Jimin respirar con fuerza contra sus mejillas, sin querer y embelesada por el deseo, apretó la rodilla de Jimin, haciéndolo gemir, separándose. 

— Lo siento. — Apartó las manos de su rodilla, con los ojos abiertos. — Creo que deberías... — Comenzó a levantarse, dejándolo con los labios entre abiertos. — Alistarte para la presentación. 

— ¿Ahora si puedo hacer el show? — Ella frunció el ceño. Jimin le sonrió. 

— No eres un niño pequeño. — Lo señaló con el dedo. — Lo harás bajo tu responsabilidad. 

Jimin se sujetó de ella para levantarse del sillón, buscando su cara, respirando su aroma. 

— Gracias. — Le dio un suave beso en las mejillas. 






One shots -Jimin- (Primera parte)Where stories live. Discover now