One shots -Jimin- (Primera parte)

Hagámoslo.

Dos alfas, dos rivales. Dos manadas, dos polos. Dos mundos, dos personas.

— Eres un imbécil.

Jimin rodó los ojos mientras se daba vuelta y le miraba.

— Es la sexta vez que me lo dices.

Ella sonrió con arrogancia y asintió.

— Y te lo diré cuantas veces quiera. Sabes que esa familia pudo haber muerto, ¿verdad? A quien en su sano juicio se le ocurre permitir que vayan a las fronteras, pudieron haberlos cazado.

Jimin asintió.

— Sí, sí, sí, pero no fue así, están bien.

— Sí, por qué yo me encargué del asunto.

Jimin frunció el ceño y se acercó a ella.

— ¿Te encargaste?— Preguntó y ella asintió.

— Los cazadores, esos cazadores, intentaron matar a uno de esos niños.

Jimin frunció el ceño.

— ¿Encargarte del asunto significa para ti matar a unos pocos cazadores?— Preguntó y ella sonrió.

— Claro, tú ni siquiera te hubieras atrevido a tocarlos, ni siquiera para defender a tu propia manada.

Jimin apretó los puños.

— Mi manada y yo no somos salvajes como ustedes.

Ella sonrió.

— Por eso tienen tantos problemas, ser salvaje es necesario, date cuenta de eso Jimin. Puede que tú no puedas ser salvaje, pero, los de tu manada, sí.

Jimin frunció el ceño de manera fuerte, mientras ella le miraba con una sonrisa de lado.

— Ser salvaje no es una opción.

— Es algo necesario Jimin. - Lo miró con brutalidad. — Puedo enseñarte a ser salvaje si quieres.

Jimin perdió los estribos y la empujó hacia una pared, de una manera tan fuerte que su cuerpo rebotó contra la pared.

— ¿Ahora quieres ser salvaje? ¿Lastime tu orgullo de hombre? — Preguntó y Jimin gruñó.

Las manos de Jimin se apretaron en sus brazos.

— Suéltame imbécil.

Jimin sonrió con arrogancia y dejo caer sus manos en sus caderas, apretándole contra él mientras se acercaba a su cuello.

— Jimin ya basta.

La mordió tan fuerte qué sintió como si le hubiera arrancado un pedazo de piel, gimió fuertemente y lo apretó de los cabellos.

Cuándo Jimin se separó de ella, sus uñas ya se habían clavado en sus brazos.

— ¿Quieres que nos pongamos salvajes? - Sonrió ampliamente. — Hagámoslo.