Capítulo dieciocho.

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Los únicos sonidos que resonaban a mi alrededor eran los desesperantes e indescifrables murmullos de los desconocidos

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Los únicos sonidos que resonaban a mi alrededor eran los desesperantes e indescifrables murmullos de los desconocidos. A pesar de los forcejeos, no lograba safar mis muñecas de las ataduras, así que al final, me di por vencida.

El vehículo no se había detenido en todo el trayecto, ¿Qué tan lejos pensaban llevarme?. ¿Qué hacía Alejandro ahí, y por qué no me soltaba?. Esas eran unas de las tantas preguntas que me taladreaban la cabeza. Estaba nerviosa y confundida, pero por sobre todo, quería salir corriendo hacia los brazos de mi hermano, donde todo estaría bien.

—Ya es hora.—habló Alejandro, poniéndome los pelos de punta.

Su voz era la única que me habían permitido escuchar, y por alguna razón, eso me molestaba. Era como si se estuvieran burlando de mí, ¿No les parecía suficiente mantenerme de esta forma?. ¡Esto es un puto secuestro!.

Mi enfado aumento cuando de lejos se escucharon unas risas, y luego de eso, varias voces conocidas cantando "Cumpleaños feliz".

Alguien me quitó la bolsa que llevaba un buen rato impidiendome la visión, paparpadié para desacerme de los restos de lágrimas y acostumbrarme a la claridad del lugar. Lo primero que divisé fue un gran pastel con decoración de Harry Potter frente a mí, sostenido por mi hermano. A su alrededor se encontraban Hanni, Oliver, Pol, Oliver y Bobby. Estamos subidos a un autobús, conducido por un señor de alta edad que nos observaba divertido.

—Feliz cumpleaños, chica del suéter.—susurró alguien detrás de mí.

—No es gracioso.—me quejé, volteando para verle.

—Fue idea de tu hermano.—Alejandro se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

—Lo siento, hermanita. Pero si te lo hubiera dicho, no habrías aceptado.

—Papá te va a matar.—dije, sin poder ocultar la sonrisa.

—Ya hablamos con tu mamá.—habló Hanni, emocionada—Los irás a ver la próxima semana.

—¿Se puede saber a dónde vamos?.—pregunté, tomando a Bobby en brazos.

—¡A la playa!.—gritó Brandon, emocionado—No todos los días se cumplen veintiún años, hermanita, así que alquilé un autobús y una casa en la playa. Aproveché que saldrías con Alejandro para tomar las maletas que ya tenías preparadas, y te secuestré.

—¿Cómo sabías eso?. Lo llamé en la mañana.—arrugué las cejas, confundida.

—La verdad es que esa parte no estaba en el plan, íbamos a asaltar la casa para llevarte, pero entonces Alejandro me envió mandando un mensaje avisando que pasarían el día juntos.

—Así que tú lo sabías.—volví a girarme hacia él—No puedes evitar ser un mentiroso, ¿eh?.

—Esta vez logré engañarte.—sonrió, aunque en el fondo estaba segura de que no se enorgullecía de eso.

Cambios.Where stories live. Discover now