Capitulo 5

107 18 0
                                    

Estaba sentada en la silla de su estudio leyendo mejor el caso que le había asignado el señor Marco. Le parecía irónico atender casos que tuvieran que ver con la muerte, tener que ver cadáveres, investigar pistas, hablar con testigos; para ella todo eso era bastante fatigante, no le parecía feliz, sólo la hacía sentir un poco más miserable. Si Samantha pudiera cambiar de trabajo, o de vida, lo haría sin dudarlo un segundo.

Por otro lado Rocio estaba desempacando su ropa de su maleta, tal vez si empacó más de lo que debía pero la verdad es que no tenía claro cuánto tiempo se quedaría en casa de Samantha, esa mujer que parecía no importarle ni siquiera su propia vida. Rocio no entendía cómo era posible aquello. Estar en su habitación notándola tan vacía de buenas energías pero a la vez tan llena de objetos superficiales, sólo la hacían pensar en que tal vez así era la dueña de la habitación.

Suspiró volviendo su vista a su maleta y sacando algunas blusas para guárdalas en el armario de Samantha, no se sorprendió cuando al abrirlo vio ropa en la base de éste, solo un par de pantalones estaban colgados y lo demás simplemente en la base sin doblar.

- ¿Qué pasa, Samantha? - susurró para sí misma comenzando a preocuparse por aquella solitaria chica.

-

Al despertar, Samantha sintió dolor en su espalda, supuso correctamente que fue por dormir en la silla de su estudio. Estiró sus brazos antes de levantarse y caminar directo a la ducha que tenía el primer piso de su casa, pero al salir escuchó pequeños ruidos en su cocina. Deseando que fueran ladrones y que así acabaran con su sufrimiento, fue directo allá con una sonrisa que se desvaneció al ver a la hija del señor Marco cocinando.

- Oh, buenos días Samantha - le sonrió Rocio al notar su presencia.

- Buenos días - respondió acercándose a ella. Vio que tenía una bata puesta, típica chica rica - ¿Estás cocinando? - Rocio asintió.

- No sabía realmente qué te gusta así que supuse que te gustarían las tostadas ¿Qué tal? - sonrió de manera sincera mostrándole cómo asaba el pan en un sartén - a todos les gustan las tostadas - dijo divertida.

- ¿Estás, estás cocinando para mí? - preguntó sorprendida a lo que la chica se encogió de hombros - pero no es necesario.

- Mira - sonrió señalando la máquina de café que estaba a un lado - yo lo preparé - Samantha no pudo evitar sonreír al tierno gesto de aquella chica.

- Gracias, Rocio - sonrió - pero no tenías qué hacerlo.

- También hice esto - dijo tomando un recipiente - no soy muy buena cocinando, pero con el tiempo tuve que aprender.

Samantha tomó el recipiente y lo abrió con cuidado, era pollo frito el cual estaba delicadamente colocado.

- ¿Es mi almuerzo? - preguntó en una pequeña risa. Rocio asintió - muchas gracias, Rocio - dijo mientras sentía cómo se sonrojaba.

- Es lo mínimo que puedo hacer si me dejas quedarme en tu casa gratis - bromeó mientras sacaba las tostadas y las colocaba en un plato - ya sabes, somos amigas - le sonrió y Samantha asintió.

- ¿Y tu comida? - preguntó.

- Ya comí - respondió encogiéndose de hombros sin darle mucha importancia - come, tenemos que ir a trabajar - le sonrió extendiéndole el plato con las dos tostadas - están calientes, así que ten cuidado.

- Sí - respondió recibiendo el plato - muchas gracias - le dijo mientras veía cómo Rocio servía café en una taza.

- No hay problema - respondió entregándole la taza de café. Samantha la recibió sin entender el comportamiento de Rocio, antes se hacía ver tan arrogante y egoísta, simplemente no lo entendía. Así que sólo asintió y se dirigió a la mesa para poder comer cómodamente, no se esperó que Rocio se sentara junto a ella.

Paper Hearts || Factor RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora