Capitulo 6

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– ¿Cómo eres tan buena en esto? – preguntó Rocio realmente interesada – sí te apasionara este trabajo sólo imagínate las posibilidades.

– Gracias, Rocio – respondió con una sonrisa manteniendo su vista en el camino.

– Nunca lo habría descubierto – agregó emocionada, comenzando a admirar laboralmente a Samantha Rivera – y tú lo hiciste en... – contó con sus dedos – menos de cinco minutos.

– Supongo que así fue – respondió un tanto indiferente. No le gustaban mucho las adulaciones – cuando lleguemos necesitaré que sigas el hilo a exactamente todo lo que yo haga – dijo – ¿Entendiste?

– Lo que tú digas – asintió llevando el revés de su mano a su frente al estilo militar. Samantha sólo le dedicó una pequeña sonrisa sin decir una palabra más hasta que llegaron a la preparatoria. Al estacionar el auto se dirigieron a la entrada de la institución la cual estaba custodiada por un guardia de seguridad, aquello le pareció interesante a la abogada.

– Disculpe – sonrió falsamente – ¿Aquí puedo encontrar al entrenador del equipo de futbol?

– ¿Se refiere al señor Marcus? – preguntó el hombre educadamente. Samantha asintió, ya tenía el nombre de su sospechoso – sí, adelante. Debe estar en la cancha de básquet – dijo antes de indicarles hacia donde tenían que dirigirse.

– ¿En qué mundo te dejan entrar tan fácilmente a un lugar así? – le susurró Rocio mientras caminaban hacia la cancha.

– ¿En qué mundo sospecharían mal de una cara bonita? – preguntó Samantha de vuelta. La mayor le dio la razón tratando de entenderla – quiero que grabes la confesión.

– ¿Confesión? – preguntó sin entender, a lo que Samantha sólo asintió entregándole una pequeña grabadora desechable.

Al llegar a la cancha pudieron visualizar al tal Marcus, un hombre mayor con traje deportivo, incluso tenía una gorra en su cabeza y un silbato colgando de su cuello. Caminaron hacia él ignorando las miradas de los estudiantes que jugaban básquet.

– ¿Señor Marcus? – preguntó Samantha sonriendo falsamente, de nuevo.

– Soy yo – asintió mirándola. Samantha memorizó su rostro.

– Usted debe ser el entrenador de aquí, verá, mi amiga y yo estamos buscando nuestros trajes de porristas – sonrió sonando inocentemente convencida – ¿No los habrá visto?

– ¿Ustedes? – preguntó el hombre analizándolas disimuladamente. La mayor lo notó y se sintió incómoda – ¿Tienen diecisiete años? – preguntó sin poder creerlo, desconfiando un poco.

– ¿Cómo lo supo? – preguntó fingiendo sorpresa, se lo hacían tan fácil.

– Nunca las había visto en esta preparatoria – dijo cruzándose de brazos.

– Eso es porque nosotras no estudiamos aquí precisamente, lo verá por nuestra vestimenta – respondió actuando como una adolescente malcriada, inspirada en Rocio – y puede que en el último juego hayamos dejado nuestros uniformes aquí – se encogió de hombros fingiendo vergüenza – estudiamos en la preparatoria del sur.

– Ya veo – respondió suavemente – de hecho allí será el próximo partido – sonrió acercándose un poco – de hecho el juego es el viernes por la noche ¿Estarán allí?

– Oh señor Marcus – respondió Samantha – creo que no, no tenemos nuestros uniformes ¿O tú tienes otro, Sandra? – miró a Rocio quien sólo negó con su cabeza sin saber qué más hacer.

– Los uniformes no serán necesarios – asintió – ¿Saben dónde queda central park? – preguntó. Samantha no pudo evitar reír al escuchar el lugar donde el asesino dejaba los cadáveres salir de su boca. 

Paper Hearts || Factor RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora