Capitulo 31

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Noah Félix murió antes de cumplir cuatro años de edad. Murió a causa del golpe que recibió por parte de un auto. Murió antes de aprender a hablar sin balbucear. Murió sin comprender el significado de la muerte. Murió sin entender por qué dolía tanto. Murió sin despedirse de mamá y papá. Murió con una sonrisa. Murió demasiado pronto.

La habitación de Noah Félix estaba vacía.

– Ahora tendría casi siete años – susurró Samantha mirando la habitación totalmente impecable, sin ningún cristal en el suelo o juguete en las repisas. Sus ojos se cristalizaron ¿Era acaso el fin de aquel ciclo? No quería dejar atrás a su hijo, a pesar de estar muerto, lo sentía con ella – oh por Dios, lo extraño tanto – susurró llevando sus manos a su rostro para intentar sollozar en silencio.

– No llores, Samy – le susurró Rocio abrazándola un poco – lo estás haciendo muy bien – le sonrió con ternura – no puedes retroceder ahora.

– Cada vez que siento que avanzo un paso, retrocedo dos – susurró bajando un poco sus manos, dando paso a la expresión de su rostro, tenía miedo, miedo de dejar ir a Noah – no sé sí pueda hacerlo – la miró. Rocio no dejó de sonreír suavemente.

– Sí puedes – le respondió – puedes porque ya lo estás haciendo. No te rindas ahora, Samy – Samantha la miraba en realidad asustada, no sabía sí podía hacerlo – por Noah tienes que hacerlo – como sí Rocio supiera lo que necesitaba escuchar – por ti misma tienes que hacerlo.

– Mi hijo murió – susurró, era un hecho – nada va a devolvérmelo, nada – suspiró – sin embargo lo estoy reteniendo – Rocio asintió – quiero volver a comenzar – susurró mientras que se quitaba su anillo de casada, sorprendiendo enormemente a Rocio – no olvidaré a Noah jamás, y a pesar de que este anillo representa mi unión con él, también representa mi unión con mi ex esposo – dijo envolviendo el anillo con su mano – amaré a mi hijo por lo que me queda de vida, lo amaré por siempre. Pero ya no amo a Félix, ahora te amo a ti – la miró – y debo dejar de ser hipócrita – asintió muy segura de sus palabras.

– Eso quiere decir que...– comenzó Rocio.

– Se acabó – interrumpió notando que la marca del anillo había quedado en su dedo anular – quiero comenzar de nuevo, comenzar de nuevo contigo, Rocio – dijo un poco nerviosa – ¿Quisieras hacerlo también?

– No hay nada más que quisiera hacer ahora – respondió sinceramente, entonces Samantha volvió a sonreír para unir sus labios con los de ella, sellando un nuevo comienzo.

3 meses después.

Samantha y Rocio, Rocio y Samantha.

Dos meses fueron suficientes para que Samantha aprendiera a manejar bicicleta, sin embargo no lo fueron para que Rocio aprendiera a conducir un auto.

– ¡Detén el auto, Rocio! – volvió a pedir Samantha nerviosa. Rocio sin saber cómo simplemente dejó de pisar el acelerador, provocando que se detuvieran un poco fuerte.

– Lo siento – repitió por enésima vez.

– Voy a terminar quedando sin auto – fue su respuesta, asustada por eso – ¿Cómo no has aprendido a detener el auto en tres meses? – no pudo evitar reír.

– No lo sé – respondió sonrojada – supongo que no soy muy buena conduciendo.

– No, eres terrible – volvió a reír – pero no te preocupes, yo soy pésima cocinando, tú eres increíble – asintió sonriendo.

– Gracias – respondió encogiéndose de hombros – tú también eres increíble – Samantha ladeó su cabeza sin dejar de sonreír, sin dejar de mirarla.

– Te amo – le dijo sinceramente – te amo muchísimo.

– Yo te amo incluso más – le sonrió

Samantha miraba a Rocio de la manera más pura, cualquiera querría un amor así, cualquiera querría que alguien le mirara así. Samantha adoraba a Rocio, estaba segura de eso, sin embargo quería decirle algo, o mejor, quería proponerle algo, sin saber cómo hacerlo.

Al verla sentada frente a la mesa leyendo el periódico, pensó que no debía perder más tiempo. Quizá era un poco apresurado, quizá debía esperar un poco más, sin embargo la vida le enseñó que cualquier momento puede ser el último, y con Rocio no quería arriesgarse.

– Rocio – dijo Samantha en realidad nerviosa, una vez se sentó a un lado de la mesa.

– Dime, Samy – respondió sin dejar de leer aquella noticia interesante, pero no tanto como lo que estaba a punto de escuchar.

– Eh... bueno... he estado pensando en muchas cosas – comenzó un poco bajo mientras que jugaba nerviosa con sus manos – y te he amado desde hace meses y meses, casi un año...

– Y yo a ti – le dijo Rocio pasando la página. Samantha asintió.

– Lo sé, por eso quería comentarte sobre lo que he estado pensando – respondió sin alzar el tono de su voz – yo quiero estar contigo, estoy segura de eso...

– Y yo contigo – volvió a interrumpir. Samantha rió, no la dejaba terminar y eso solo la llenaba más de nervios.

– Sí, yo me siento lista ahora – dijo por fin mientras que Rocio tomaba la taza de café para darle un sorbo – Rocio – dijo firme, incorporándose – quiero tener otro bebé – Rocio sintió cómo el café se detenía en su garganta, no se esperaba esa declaración – ¿Chio, estás bien? – le preguntó Samantha preocupada mientras que se acercaba a ella. Rocio, tosiendo, colocó el periódico sobre la mesa y Samantha con una servilleta comenzó a limpiar sus labios ahora llenos de café.

– ¿Un bebé? – preguntó impresionada. Samantha asintió con una sonrisa y mejillas sonrojadas.

– Contigo – respondió. Rocio miraba la sonrisa de Samantha y por fin un brillo en sus ojos, por fin expresando algo, sin darse cuenta tenía los suyos cristalizados. Por fin, Samantha había decidido darse una oportunidad de ser feliz, ser feliz con ella – ¿Por qué lloras? – preguntó tiernamente.

– Tus ojitos están brillando – susurró sin poder dejar de verlos – Samantha, eres perfecta – dijo derramando la primer lágrima – ¿Quieres tener un bebé?

– ¿Tú lo quieres? – preguntó aún nerviosa. Rocio simplemente asintió sin dejar de sonreír, no podía decirle que no. Samantha sonrió ampliamente antes de envolver el cuello de Rocio con sus brazos – gracias, gracias, gracias – dijo emocionada.

Rocio correspondió su abrazo sin saber todo lo que vendría en camino, sin embargo ver a Samantha sonreír de esa manera, era suficiente para enfrentar cualquier cosa.

Tenía una motivación, y muy pronto tendría dos. 

Paper Hearts || Factor RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora