Capitulo 19

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Si aquella dona no hubiera estado sostenida por su boca, habría caído al suelo de inmediato. Sebastián parpadeó rápidamente al ver esa escena, como si hubiera sido sacada de una película. ¡Era la súper abogada Rivera y la hija del dueño de la firma! ¡Besándose!... ¡En la boca! Era simplemente impresionante.

- Siempre supe que había algo entre ellas - se dijo a sí mismo luego de quitar la dona de su boca - la tensión era algo notorio - dijo pasando su mano por su boca para limpiar el glaseado - son tan lindas - rió al ver que seguían besándose - y yo debería irme... - Samantha y Rocio seguían besándose - justo... - y él las miraba fijamente - quizá no... - sin intenciones de dejar de hacerlo - justo ahora - dijo rápidamente luego de sacudir su cabeza, por fin darse la vuelta y caminar sin querer mirar atrás de nuevo.

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- Es lo mejor después de una discusión - susurró Samantha al terminar el beso, recobrando la respiración mientras veía la sonrisa de Rocio - no recordaba lo bueno que era besar a alguien que quiero.

- Sabes, yo tampoco - rió un poco - ¿Te sientes mejor? - preguntó suavemente. Samantha suspiró antes de asentir e incorporarse en el asiento.

- Por más que grite, odie o llore, jamás recuperaré a mi niño - respondió naturalmente - es inútil.

- Está bien, Samantha - se encogió de hombros sonriendo. Samantha la miró sin entender - a veces está bien no estar bien.

- Pero no estar bien no arregla mucho, en realidad no arregla nada - dijo, lo tenía claro.

- Quizá superficialmente no, pero si arregla un corazón roto - respondió intentando sonar lógica - desahogarse está bien, llorar también, si eso te ayuda a sentirte mejor entonces no solo arregló un poco, arregló todo - Samantha la miraba impresionada.

- ¿Dónde habías estado toda mi vida, Rocio? - preguntó buscando la respuesta internamente. Rocio solo se sonrojó de nuevo.

- Nuestras vidas han sido paralelas - respondió - sin embargo ahora coincidimos - Samantha asintió.

- Entonces por primera vez me siento agradecida con la vida - rió mientras volvía a encender el auto - por permitirte llegar a mí - suspiró poniéndolo en marcha, sin dejar responder a Rocio.

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Sebastián caminaba hacia la oficina de Samantha, con una caja de donas entre sus manos. Estaba nervioso pero a la vez emocionado, quería escuchar a la parejita y sí tenía suerte ver un beso, de nuevo. Negó con su cabeza pícaramente al llegar en silencio y verlas hablar, solo hablaban.

- Buenos días - interrumpió tan animada charla. Las chicas dirigieron sus miradas a él - ¿Cómo están? Veo que están muy, muy bien - rió sugestivamente mientras colocaba la caja sobre el escritorio - les traje donas, chicas.

- Gracias, Sebastián - respondió Samantha confundida por tan animado comportamiento - pensé que llegarías después del almuerzo.

- Quieren comer solas ¿No es así, traviesas? - entrecerró sus ojos mientras se sentaba en su lugar de siempre. Samantha y Rocio se miraron entre sí.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Rocio. Sebastián mordió su labio intentando contener su risa, sin embargo tomó aire e hizo la mejor expresión seria que pudo antes de acercarse un poco

- Ayer las vi en el auto de la señorita Samantha - respondió dándole un beso al aire - besándose tan apasionadamente - la boca de Samantha se abrió tanto mientras que en su rostro no quedaba ningún espacio en blanco, estaba completamente roja. Rocio se encogió de hombros mientras sonreía.

Paper Hearts || Factor RWhere stories live. Discover now