Capitulo 8

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Samantha no se encontraba por ninguna parte de la gran y prestigiosa firma de abogados.

Samantha no era una persona de irse del trabajo temprano o evadir sus responsabilidades, pero simplemente el encuentro con su ex esposo junto a la escena con Rocio fue demasiado para ella y la mayor se dio cuenta de eso. Al resignarse en su búsqueda decidió ir al estacionamiento y asegurarse de que el auto de Samantha siguiera allí, no estaba.

– ¿Samantha se fue, no es así? – le preguntó Rocio al portero.

– Hace algunos minutos. Si tan sólo hubieras llegado unos minutos antes la habrías visto – respondió el hombre encogiéndose de hombros. Rocio suspiró, probablemente Samantha iría a su casa así que allí se dirigiría, no llegaría tarde otra vez.

Tomó un taxi indicándole la dirección que le había dado su padre antes, la dirección de Samantha. Rocio estaba preocupada por su nueva amiga, ella parecía tener capítulos no cerrados en su vida a diferencia de ella quien se había ocupado de cerrar completamente los suyos. Quizá, Samantha sea un nuevo capitulo en su vida, quizá Rocio sea un nuevo capitulo abierto en la suya.

Cuando llegó a casa lo primero que notó fue el auto mal estacionado de Samantha frente al garaje y al caminar a la puerta no le sorprendió encontrarla entreabierta. Suspiró y la atravesó para entrar y darse cuenta que casi toda la casa estaba en silenció, triste y tensionante silencio. Rocio estaba verdaderamente preocupada por Samantha, no le parecía normal las cosas que hacía, las cosas que decía. Era muy atenta a la hora de escucharla ya que cada vez inconscientemente decía algo para sí misma en voz alta, se había dado cuenta de eso.

Al recorrer toda la casa y no encontrar a la chica, sólo le quedaba un lugar, la habitación que ella creía era la de huéspedes. Intentó hacer el menor ruido posible hasta llegar a aquella puerta, y al acercar su oreja lo más que pudo a ella escuchó los sollozos de Samantha.

– ¿Samantha? – preguntó preocupada. En el momento en que esas palabras salieron de su boca, los sollozos pararon – Sé que estás ahí ¿Qué pasa? – pero Rocio no recibía ninguna respuesta de su parte – No me voy a mover de aquí – dijo segura recostando su cuerpo en la puerta – algún día tendrás que salir, ya sea para ir a trabajar o para que tomes el café que te preparo – Samantha sólo abrazó la almohada un poco más fuerte – no sé qué sucede, pero quiero saberlo. Me preocupas.

Samantha negó con su cabeza cerrando fuertemente sus ojos en aquella cama dentro de esa habitación oscura, aunque Rocio no pudiera verla.

– No me moveré de aquí – repitió en un susurró dejando caer su cuerpo en la puerta para quedar sentada en el suelo – no te dejaré sola – susurró pensando en qué podría sucederle a Samantha. Entendía que la forma de enfrentar los problemas de cada persona era diferente, y no quería juzgarla de ninguna manera ya que no sabía qué le pasaba, sin embargo sí podía decir que ella también había tenido situaciones difíciles en su pasado, quizá parecidas o diferentes a las de Samantha.

Al pasar de las horas, Samantha pensó que era suficiente y que a lo mejor Rocio se había rendido y había decido irse, se equivocaba. Cuando abrió un poco la puerta notó que Rocio no sólo seguía allí, sino que también se había quedado dormida. Samantha llegó a sentirse un poco mal debido a que la había ignorado por horas, así que decidió salir muy cuidadosamente de la habitación, intentando que Rocio no despertara. Al lograrlo fue a su habitación y sacó una pequeña manta blanca, la abrazó a ella suspirando antes de volver con Rocio y sentarse a su lado.

– Y yo no te dejaré sola a ti – susurró cubriendo a ambas con la manta, encajaba perfectamente – gracias, Rocio – susurró un poco sonrojada y con una sonrisa cerrando sus ojos mientras acomodaba su cabeza en el hombro de Rocio – haces el mejor café del mundo – volvió a susurrar antes de intentar conciliar el sueño. Rocio sonrió aun con sus ojos cerrados sintiendo la calidez de Samantha en ella, sin querer abrirlos de nuevo y admitir que no estaba dormida. 

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