Epílogo.

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– ¡Mira! – Samantha gritó emocionada viendo a su bebé dar sus primeros pasos – ¡Dus está caminando por fin!

– ¡Lo veo! – dijo Rocio igual de feliz, casi dando saltos de emoción – ven, Dus – decía mientras que Samantha se arrodillaba con sus brazos extendidos hacia el bebé que reía mientras que lentamente caminaba hacia ellas.

Era tan emocionante verlo dar sus primeros pasos, verlo crecer, verlo cumplir sus sueños... una vida consumida en amar, un amor consumido en la eternidad, una eternidad consumida en un felices por siempre...

Dos personas que decidieron escribir su propia historia, juntas. Corazones de papel donde están escritos imborrables sentimientos y recuerdos acompañados de lágrimas y risas, felicidad y amor, enseñanzas y dolor...

Samantha no tenía una razón para pensar que la vida es preciosa.

Rocio logró darle más de una.

– ¡Rápido, Dus! – dijo acomodando su refrigerio en su lonchera – ¡llegarás tarde a tu primer día de escuela!

Se escucharon pequeños pasos dirigirse a la cocina. ¡Era Sebastián! Estaba listo. Los ojos de Samantha se cristalizaron al verlo con su uniforme puesto y su mochila en su espalda, y luego ver a Rocio llegar tras él.

– Dustin Sebastián reportándose a la cocina – dijo Rocio orgullosa de la pequeña criatura que ayudó a crear.

– Ya estoy listo, mami – le sonrió con aquella sonrisa con pequeños dientes.

– Qué guapo es usted, señor Sebastián – le dijo Samantha tomando su lonchera con dibujos de dinosaurios para colgarla en su cuello – ¿Estás emocionado? – el pequeño asintió rápidamente.

– Es mi primer día en la escuela – respondió con una sonrisa. Samantha detallaba a su hijo, no queriendo compararlo con su otro hijo – y estoy muy feliz. Ya tengo casi cuatro años – dijo mostrando sus deditos. Samantha asintió.

– Eres muy inteligente y lo mejor es que inicies la escuela lo más pronto posible – intervino Rocio. Sebastián dirigió su mirada a su otra mamá. Ambas mujeres estaban enamoradas del pequeño niño – claro que, debimos cortarte un poco el cabello – Samantha rió al ver cómo Sebastián negaba con su cabeza.

– No – dijo de inmediato llevando sus pequeñas manos a su cabello castaño – así.

– Tendremos está discusión más tarde – dijo Samantha tomando las llaves del auto para luego tomar a Sebastián con sus brazos – o tú llegarás tarde a la escuela – lo miró – y nosotras al trabajo – el niño asintió, obedecería – ¿Quieres acompañarme a llevar a Dus a la escuela? – le preguntó a su esposa.

– Claro que si – respondió Rocio con una sonrisa. Samantha le devolvió la sonrisa antes de comenzar a caminar hacia la puerta.

Habían pasado tres años y Rocio no había aprendido a manejar.

– Ya llegamos – dijo Samantha deteniendo el auto frente a la escuela – ¿Listo, Dus?

– Listo – asintió seguro.

– Muy bien, es hora de bajar... – se detuvo al ver el puchero de Rocio a su lado – ¿Rocio? ¿Por qué lloras? – preguntó preocupada al verla retener sus lágrimas. Sebastián se preocupó de inmediato.

– Es su primer día de escuela – susurró. Samantha sonrió al creer saber lo que sucedía – significa que está creciendo – pues era la segunda vez que pasaba por eso – Sebastián dejará de ser nuestro bebé.

Paper Hearts || Factor RWhere stories live. Discover now