En algún lugar del universo los dioses más poderosos del Cosmos se reunieron a hablar.
−Hermana –habló el dios del Sol
−Vamos Helios, debes de dejar de llamarme hermana, no somos nada
−Selene, el cosmos es nuestro padre
−¿A qué has venido?
−Bueno... sabes que deje mi plan de quitarte tu patético puesto aquí pero aún no sé qué voy a recibir a cambio
−Te lo dije, cuando el día llegué tendrás de vuelta a tus hijos
−¿A los tres?
−Sobre Leonard no sé, él quizá no tenga capacidad de vivir en el Sol
−Quiero averiguarlo –sonríe el dios con maldad
−Sin muertes Helios
−¿Y qué pasará con tu adorada hija?
−Ella volverá conmigo
−Eso no es lo que el cosmos quiere
−Ya basta con lo que él quiere, yo quiero a mi hija –protestó la diosa lunar− Y si la única forma es alejarla de ángel oscuro de tu hijo lo haré
−¿Entonces qué sigue?
−Esperar Helios, hay que ser pacientes